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Autor

Auro

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Experiencias

Refugio

por Auro mayo 27, 2019

Pensamos que la vida es inmensidad y grandeza y no nos damos cuenta que son las pequeñas cosas. Los pequeños actos son los que construyen los peldaños del camino, y si esas muletas se pierden, se puede perder todo.
La oscuridad es solo producto de la ausencia de luz, y no hace falta que la invoquemos para que aparezca así, sin más.

Los días grises, los momentos donde no hay salida al final del túnel, pueden cambiar el rumbo de nuestra vida si no hay una escapatoria para liberarnos de la mano que nos aprieta hasta ahogarnos cortando nuestra respiración.

Y probablemente esa mano, esa presión, esté actuando guiada por nuestros propios pensamientos y sentimientos, que no nos dejan ver qué hay más allá.

Y es por eso, por lo que los pequeños detalles SÍ importan. Importan más de lo que imaginamos, porque son los cimientos sobre los que construimos el refugio donde vivir cuando necesitamos liberarnos o defendernos.

Pienso que la vida es el día a día. Y el día tiene un inicio, nudo y final, como cualquier historia. Y somos nosotros los encargados de escribir la historia que queremos vivir. Pero no nos olvidemos nunca, que es ese DÍA y esa historia lo que cuenta.
No tenemos que ser felices como meta en la vida, sino como meta diaria. La felicidad es el resumen de lo que sentimos día y día, no la suma de los buenos momentos. Y por eso, es tan fácil que se trunque de un momento a otro.

Somos incapaces de entender el por qué ni de encontrar sentido a que una persona tome la decisión con una vida aparentemente perfecta, de lanzarse a la oscuridad un día por una tontería. Y yo solo quiero repetir, que esos detalles, esos días grises, esos momentos de vacío y rechazo obnubilan y bloquean todo lo demás, el ayer, y el mañana. Y son un dardo que da en el centro de la diana para invocar esa oscuridad.

Protejamos nuestro refugio, y nunca a costa de destruir el de los demás.

Ojalá nunca la cuerda que nos asfixia, que la asfixió, sea la solución.
Eduquemonos para evitar rodearnos o rodear a otro con ella.

mayo 27, 2019 0 comentarios
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Experiencias

Un puente

por Auro enero 7, 2019

Ojalá un puente invisible. 


Un puente en el que la velocidad de luz fuera el medio más lento para recorrerlo. Un puente que en cuestión de segundos, en el otro extremo siempre estuviera la posibilidad de tenernos cerca. Un puente que hiciera que el mar fuera el mejor paisaje mientras se atraviesa y no la inmensa representación de la gran distancia que nos separa.


Ojalá un puente para poder atravesarlo y estar juntos en cada momento genuino, imprevisible, inesperado. En cada visita a los abuelos no planificada, en cada compra del pan que falta para comer ese día, en cada día de trabajo de punta a punta. En cada baño en la playa con el bikini de los por si acaso en la maleta.


Ojalá un puente para cada conversación nocturna, para agarrarnos de la mano cuando tenemos miedo o queremos sentirnos todavía mas cerca aunque estemos apenas a unos centímetros, para mirarnos como solo nosotras sabemos.


Ojalá un puente para cada merienda con chocolate, para cada tarde con café, películas y millo. Para cada conversación de madrugada luchando contra el sueño y cansancio. Para cada anécdota.


Ojalá un puente para cada viaje en el coche chiquito pinchando para escuchar la radio, para cada abrazo, para cada sonrisa y carcajada compartida. Para cada tertulia las cuatro, las tres o las dos, con los acontecimientos del día.
Ojalá un puente para cada abrazo fuerte, para peinarme una noche sin motivo y sin necesidad de pedirlo, para escuchar tus canciones. Para compartir nuevos descubrimiento tecnológicos, para las esperas en el coche mientras hacemos “recados”. Para paseos juntos.


Ojalá un puente para compartir cada momento, ahí, juntos, en el momento presente. Para no tener que vivirlo por palabras, anécdotas o a través de pantallas. Para poder vivir esos momentos importantes o cotidianos juntos, para poder ir a capturar experiencias juntos. Para poder seguir compartiendo primeras veces, los cuatro.
Ojalá un puente sin horarios, billetes, esperas y accesos. Un puente que cada vez, cuando y como quisiéramos nos permitiera cogernos de la mano y sentir la calidez de nuestra piel.


Ojalá un puente. Un puente como el que he construido en mi. Para que las idas y vueltas a casa, sean siempre más fáciles. Para que no deje de ser hogar cada lugar y que así haya un pedacito de mi allí siempre, aunque la mayor parte esté aquí. Para que no haya un aquí y allí, para que esos dos lugares puedan coexistir en nosotros como uno solo y así pueda tenerlos siempre aquí mismo, en cada latido.


Pero ojalá siempre. Porque no hay otra que aprender a sentir que ese puente de verdad existe y construir nuestra realidad a través de pantallas y palabras que nos permitan vivir cada momento juntos, como siempre.
Hoy necesito volver a cruzar ese puente porque nunca es ni será suficiente.

Ojalá un puente para nosotros.

enero 7, 2019 0 comentarios
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Relatos

Relato de su memoria

por Auro diciembre 10, 2018

Y todo empieza muy lento y apenas perceptible para su realidad hasta que el tiempo consigue por fin atraparla.

Y con ello, la oscuridad se apodera sigilosamente de los lugares mejor conservados por su mente hasta el momento. Comienza a penetrar en los fragmentos de su vida que han quedado almacenados bajo la llave de su consciencia, pero aún más, comienza a instalarse y a desgarrar poco a poco, el motor con el que es capaz de percibir su realidad diaria.

Los recuerdos actúan como pupilas que se ciegan cuando el foco de luz las deslumbra porque las apunta directamente. Sin compasión, sin dar tiempo a que adquieran el tamaño idóneo para ver en esas nuevas condiciones. Como gotas de agua que no se mantienen con la misma forma sino que se deslizan amoldándose a la superficie en la que caigan, distorsionándose de la forma original.

El miedo se esconde tras una sonrisa, cuando en un momento se para el tiempo y las palabras aparecen sujetas por la voz del otro, pero sin un escenario que a su cerebro le permita representar lo que significan. 

El silencio y la necesidad de llenar estos momentos para que no se interpreten como ausencias. Ausencias de recuerdos, de comprensión, de memoria, que sin embargo, muchas veces son una mejor alternativa que los recursos inconexos que su mente le ofrece para rellenar.

El abandono en pequeñas cosas. El abandono de todos aquellos para los que son incapaces de mantener la misma mirada de siempre, fiel a sus sentimientos, sin condicionarse por las muestras de una realidad inminente que es imposible de evitar, pero que tanto cuesta admitir.

Y es que la oscuridad, el miedo, los recuerdos y el silencio se multiplican en ella cuando percibe que su realidad ha cambiado. Porque su realidad no es solo su memoria. Porque aunque su mente cambie, sus sentimientos no van únicamente ligados a recuerdos.

Porque sigue sintiendo igual que siempre el calor del tacto de tu mano que le ayuda a mantener la suya firme, el terciopelo de tu voz que le ayuda a disipar sus dudas, la suavidad de tus labios cuando le besas la mejilla como has hecho desde que eras niño, el sonido de tu risa cuando quiere ser capaz de olvidar voluntariamente. 

Porque sigue estando, sigue siendo ella. Y necesita, quizá mas que nunca, que la ayudes a cuidar esa realidad.

Y yo se que está en ti. Siempre esa luz estará en ti. Escondida en cualquier rincón al que aunque tu mente no tiene acceso, se mantiene ahí, impertérrito.Escuchando, viendo y sintiendo. Igual que siempre, porque siempre serás tú, porque siempre estará en ti.

diciembre 10, 2018 0 comentarios
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Relatos

Relato de una pasión

por Auro abril 24, 2017

Sus ojos se deslizaban por sus recuerdos más profundos: laberintos subterráneos recorridos en la oscuridad, aquel hombre de gustos misteriosos al que había conocido, problemas de adolescentes resueltos con el apoyo de sus incomprendidos amigos, casas que ocultaban fantasmas del pasado, bosques mágicos con crímenes teñidos de sangre de criaturas mitológicas, el chico sin hogar que había encontrado en su gato un fiel compañero, universitarios recorriendo las calles de Madrid, investigadores que se afanaban en descubrir delitos que se relacionaban directamente con ellos mismos, biografías de genios que habían empezado siendo personas de espíritu pobre, claves de felicidad proporcionadas por aquel que en más de una ocasión le había repetido la misma doctrina…


Y es que vivía en todas y en ninguna parte, conocía más mundo del que sus ojos le habían permitido ver, viajaba más allá de los límites que el mundo le imponían, sentía emociones desconocidas en su propia piel, descubría fantasías como si fuesen realidad.


Y es que podía sentir el olor a nuevas aventuras, el recuerdo de historias vividas tiempo atrás, el color de las páginas blancas o amarillas, la rutina o la adicción, el principio y el final.


Y recordaba las noches en vela sin poder parar, las tardes de lluvia refugiada en su hogar, las horas de hastío convertidas en pasión, la tristeza transformada en alegría, o alegría en tristeza, la desconexión de la realidad que siempre obtenía.


Y sintiéndose afortunada por haber conocido a los responsables de esas sensaciones únicas que surgían desbocadas ante la tinta escrita o digital, decidió abandonarse de nuevo a aquellas historias en las que solo hacía falta ella misma y aquel mundo que se mostraba ante sus ojos como un lienzo, aunque no en blanco
Y es que los libros le habían regalado muchos instantes de vida, palabras convertidas en escritura que la adentraban más y más en historias donde fácilmente ocupaba el lugar de la protagonista, donde se dejaba llevar sin importarle el tiempo, el frío, o el calor, donde solo quería sentirse parte de aquel relato hasta el punto de confundir la realidad escrita con su propia realidad. 


Y es que no sabía si ella los devoraba o los libros la devoraban a ella, pero lo que sí sabía es que gracias a ellos había conocido la mejor dedicación en la que solo hacía falta ella misma y aquel mundo que alguien había decidido escribir viviendo para que otros vivieran leyendo.

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Experiencias

¿Y qué hago aquí?

por Auro marzo 20, 2017

¿Y qué hago aquí? ¿qué hacemos aquí? Repartiendo publicidad mientras nuestros sueños se congelan con el frío de la calle.Molestando a las personas que caminan deprisa para ganarles la carrera al tiempo. Presionados por tener que lograr unos objetivos para poder sobrevivir. Infravalorados por egos que se creen superiores por ostentar el cargo que se lee en sus brillantes placas.


¿Y qué hago aquí? ¿Qué hacemos aquí? Yo, nosotros, los de la generación fuerte, los de la generación nueva.Los que aprendimos a leer casi sin aún haber aprendido a caminar bien.Los que aprendimos a memorizar sin haber experimentado aún los sentimientos.Los que aprendimos a adaptarnos a múltiples reformas educativas, planes absurdos que se modificaban año tras año sin estudiar las consecuencias que provocaban en los que pasábamos de uno a otro como meras marionetas.Los que crecimos obsesionados por superar una nota académica para tener un buen futuro.Los que vivíamos constantemente preocupados por ser mejor, por saber más, por conocer más.Los que luchábamos noches enteras por intentar meter más de 1000 datos en nuestra mente, ya cansada por los años que llevaba dedicada a acumular material.Los que nos examinábamos día tras día para saber si éramos capaces de “superar” o no las expectativas que nos permitían llegar al instituto, a la universidad.Los que llorábamos más por un fracaso académico que por una injusticia política o social.Los que nacimos preparados para estudiar como principal prioridad y medio de vida que nos garantizara un futuro de calidad.

¿Y te atreves a infravalorarme porque no tengo, tenemos, experiencia? Tengo la experiencia de haber pasado noches sin dormir por intentar llegar a abarcar más de lo que era posible y conseguir una buena calificación: perseverancia. Tengo la experiencia de haber sacrificado a mi familia, amigos, vida social, intereses, y deportes por dedicarle el tiempo necesario a mi carrera universitaria y a mi vocación: compromiso. Tengo la experiencia de haberle demostrado a amigos/profesores/familia de que era capaz de conseguir más de lo que sus expectativas frustradas esperaban para mí: autodeterminación. Tengo la experiencia de haber superado requisitos, criterios, solicitudes, plazos, para poder seguir estudiando gratuitamente de acuerdo a mis recursos económicos a pesar de haber intentado bloquear esa vía cada vez con mas exigencias difíciles de conseguir: resilienciaTengo la experiencia de haber trabajado en equipo donde los horarios, exámenes, agendas personales y “compañeros” con mucha cara, se interponían una vez tras otra en frustrar el trabajo realizado con tanto esfuerzo, sudor y lágrimas: trabajo en equipo, empatía, flexibilidad.Tengo la experiencia de haber superado una y otra vez los suspensos injustos fruto de calificaciones subjetivas, y los justos, fruto de agotamiento o cansancio, levantándome para demostrarme fundamentalmente a mi mismo que era capaz de afrontarlo con éxito: autorrealización, autoestima.
Porque así me enseñaron. Porque crecí rodeada de libros, de conocimiento, de exigencias, de normas, de retos. Porque antes de empezar a caminar empecé a correr una carrera en la que el nivel exigido iba más allá del nivel evolutivo que tenía, que teníamos, y aún así, conseguimos llegar al final victoriosos.

Pero ahora que, ¿qué hago yo aquí? ¿qué hacemos nosotros aquí? Repartiendo publicidad mientras nuestros sueños se congelan con el frío de la calle.Molestando a las personas que caminan deprisa para ganarles la carrera al tiempo y que miran por encima del hombro.Presionados por tener que lograr unos objetivos para poder sobrevivir.Infravalorados por egos que se creen superiores por ostentar el cargo que se lee en sus brillantes placas.
Yo no me prepare para esto. Nosotros no nos preparamos para esto. No sacrificamos tantos años de nuestra vida en conocimiento para que ahora se nublen nuestros méritos con la excusa de una experiencia, que en el fondo, saben que tenemos. Porque es imposible no tenerla después de haber recorrido el camino que hemos recorrido. Porque tenemos más de veinte años de experiencia.

Porque no es justo, que tan siquiera nos den la oportunidad de demostrar aquello que nos ha costado la mayor experiencia: nuestra vida.

marzo 20, 2017 0 comentarios
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Momentos

Negro

por Auro marzo 6, 2017

Se despertó con los últimos rayos de sol de la mañana. Intentaba abrir sus ojos pero el peso de sus párpados hacía que le costara el triple de esfuerzo. Miraba a su alrededor y todo se confundía en las sombras de la oscuridad. No sabía para qué levantarse de la cama, pero empujada por la energía que aún quedaba escondida en su interior, lograba incorporarse. Levantaba la persiana con la esperanza de que la luz que ya abandonaba la mañana se decidiera a instalarse en su interior, en lugar de desaparecer lentamente en el horizonte hasta el final del día. 

Empezaba intentando llenar el vacío que había en su interior con algo que alimentara su estómago, pero no era hambre lo que la hacía sentir así. Solo quería volver a dormir porque había conseguido que solo en ese estado se sintiera en paz, en descanso, feliz. Algunas veces luchaba por impedirlo, otras directamente se abalanzaba hacia los brazos de Morfeo anhelando, necesitando. 

Las horas pasaban y cada vez se sentía más cansada, aunque hacía unos pocos minutos hubiera estado durmiendo. El agua de la ducha se deslizaba por su piel sin que sintiera frío o calor, sus poros se habían inmunizado con el peso de su carga. Y una vez más, bajaba la persiana, volvía a la cama y cerraba los ojos deseando que el día siguiente le deparara algún momento en el que su corazón abandonase su tranquilo compás y se saliera un poco de su monotonía, sintiendo, viviendo intensamente. Y se dejaba llevar en el sueño que poco a poco la liberaba de esa carga de todos los días, de sus pensamientos, de su tedio.

Sabía que la única forma de librarse de esa sensación inerte tenía que salir de sí misma, de dentro. Sólo esforzándose podría cambiar la oscuridad por la luz cada mañana. 

Lo sabía, pero es que sentía que no le quedaban muchas fuerzas, todas se las había dejado en la carrera, y ahora, ¿donde estaba esa ansiada meta? ¿cuándo podría recuperar esa luz? 

Su lucha y perseverancia le anunciaban que algún día, pero de momento le parecía una montaña muy difícil de escalar de nuevo tras caer en picado. Además,esta vez, tendría que volver a subir atravesando otros caminos alejados de una línea recta, y con menos herramientas para sujetarse.

marzo 6, 2017 0 comentarios
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Relatos

Relato de un sueño

por Auro febrero 1, 2017

Sus pulmones se alimentaban a base del poco aire que le quedaba ya por consumir, fruto de los esfuerzos invertidos en aquella maratón en la que ella sola se había propuesto participar hacía ya varios años.

A medida que corría se sentía con menos fuerza y más cansancio, se le hacía más duro dar otro paso hacia delante y la tentación de pararse a descansar y tomar aire crecía más en su interior. Pero sabía que no podía permitírselo, cada segundo era vital para conseguirlo.  No sabría como llegaría al final. No sabía si sería capaz de atravesar la meta con una sonrisa, con lágrimas, o si sería incapaz de llegar a ella, pero lo que sí tenía claro es que no iba a abandonar ni a rendirse sin antes haber dado lo mejor de ella.

Hacía mucho tiempo que recorría aquel camino una y otra vez y en todas ellas aunque había logrado atravesar la línea, nunca había tenido la suerte de llevarse el premio.

Aún así no había abandonado nunca la ilusión y a pesar de la monotonía al recorrer el camino, de la vista cada vez más cansada al admirar el mismo paisaje, de las piernas cada vez más pesadas para pisar sobre las marcas que sus pasos habían dejado años atrás, o para evitar pisar las mismas porque la conducían a errores.

A pesar de la frustración que le acompañaba por lo que había perdido, a pesar del tiempo que había invertido, a pesar de las lágrimas que la habían purificado y liberado, a pesar del vacío interior al terminar y no tener nada.

A pesar de la fatiga vital, de los momentos duros, de los “no puedo más”, de los sacrificios, a pesar de todos y cada uno de estos elementos que la frenaban y hacían que el recorrido costara el doble, no dejó de intentarlo, una vez más, al menos una más, como se decía cada año.

Y es que el abandonarlo era más difícil aún que todos esos inconvenientes que se iba encontrando por el camino. Porque abandonarlo significaba renunciar a si misma, a su significado, a su meta, a su búsqueda, a su principio. Porque era un sueño de realidad, una sana obsesión, un punto marcado en su existencia, un límite que deseaba superar. 

Porque después de tanto esfuerzo era inevitable no desearlo con más fuerza. Porque la acompañaban la pasión, las ganas, la necesidad, el deseo y la motivación. Porque necesitaba enseñarle al mundo lo que tenía dentro y sobre todo necesitaba enseñárselo a si misma y a ellos, a esos que tanto deseaban que alguien les dedicara esa pasión y confianza al menos una vez en sus vida.

Mientras reflexionaba sobre todo ello, al final del camino ya divisaba la meta otro año más y en su interior se mezclaban sentimientos de esperanza, confianza, incertidumbre y temor. Porque no sabía cuantos habrían cruzado la meta antes que ella, ni cuantos conseguirían el premio, ni si ella estaría dentro de los afortunados esta vez. Pero de lo que estaba segura es de que si no lo conseguía, la batalla entre su parte racional y emocional sería la más dura de todas para decidir si volver a participar en la misma carrera, o si por el contrario, renunciar y desviarse por otro sendero.

Pero, ¿y si lo conseguía esta vez? En ese caso estaba completamente segura de que su vida cambiaría para siempre y aunque no sabía cómo estaba exhausta y ansiosa por descubrirlo.

Ya veía la línea y mientras aceleraba sus pasos en un sprint final, sentía el roce de la brisa en su rostro que convertían las lágrimas de sus ojos en plegarias que la ayudaran en el impulso final, que le permitieran no tener que luchar de nuevo la misma batalla ni subir de nuevo los escalones por los que había descendido tantas veces, que le permitieran cruzar la meta para poder disfrutar del camino con tranquilidad, sin tener que volver a correr dejándose la piel y la vida, sin tener que volver a encontrarse a sí misma en aquella horrible oscuridad.

Y sintió como le costó romper la cinta cuando su torso empujado por sus piernas fuertes y fatigadas, por fin lo atravesó. Y de nuevo su mente se vio inundada por la pregunta que se repetía siempre ¿será esta vez?

febrero 1, 2017 0 comentarios
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Experiencias

Muros

por Auro septiembre 26, 2016

Pensamientos y esperanzas que juegan una carrera contra la realidad para chocar de bruces contra el muro que se esconde detrás de la meta. Muros fuertes e imposibles de saltar que se pierden en aquel lugar donde la vista es incapaz de cumplir su misión. 

Muros hechos de bloques que se han ido apilando uno a uno mientras otros se esforzaban en desear llegar hasta ese lugar que ahora es imposible de traspasar. 

Una pared que se ha ido construyendo con odio, oscuridad, venganza y necesidad de dañar mientras en el otro lado se recorrían caminos de superación, lucha, amor y persistencia movidos por una necesidad de justicia. 

Por una justicia utópica que no existe en un mundo en el que la dignidad se vende a precio de saldo y en el que el poder se compra en valor de oro, disponible solo para aquellos que tienen la fortuna o desgracia de seguir viviendo en los tiempos antiguos de la nobleza y aristocracia. 
Muros que son tan sencillos de saltar para los que viven sin entender el concepto de igualdad, empatía y supervivencia. Para aquellos que compran esas palabras igual que todo lo demás para desenvolverse en el mundo al otro lado del muro cual actores interpretando un papel. 

Mientras desde abajo ojos llenos de vida y de sueños siguen intentando escalar esa pared sin importar las veces que caigan en el intento y utilizando los medios con los que han sido capaces de sobrevivir siempre. Regalando amor y obteniendo el poder desde dentro sin necesidad de comprarlo.

septiembre 26, 2016 0 comentarios
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Relatos

Relato de una sorpresa

por Auro julio 24, 2016

Se despertó y ya podía sentir los nervios y la intranquilidad que la consumían por dentro mientras contaba las horas para que llegara ese momento.

Después de varias semanas buscando, cuando lo vio supo que era él. Sus grandes ojos y su pelaje blanco la hipnotizaron enseguida. Fue uno de los días que se levantó más decidida de la cama y mucho más temprano de lo que habría querido, porque su mente no dejaba de recordarle que aquel era el día que llevaba esperando siempre y tenía que salir todo perfecto.

Preparó toda la casa, una, dos, y tres veces hasta que no le quedo otra que esperar sentada a que pasaran las horas del reloj que parecía que nunca habían ido tan despacio como aquel día.

Y por fin, apareció. Desde que sus ojos se encontraron mutuamente supo que quería cuidarlo y protegerlo para siempre y sintió el amor más profundo que alguien puede sentir cuando sabe que ahora va a haber uno más en su familia. Porque para ella era eso, uno más, tan especial como cualquiera de los otros elementos que la componían.

Y es que desde pequeña había aprendido que el amor más puro, el sentimiento de incondicionalidad, la capacidad de saber que hacer en cada momento y el no sentirse solo nunca lo había conocido a través de los animales. No eran un divertimento ni un complemento a la vida, eran la vida y en ellos habitaban todas aquellas cosas que muchos humanos parecían haber perdido o sustituido. Porque no necesitan hablar para entendernos mejor que nadie, no necesitan pedir un abrazo o una caricia, simplemente saben como conseguirla con una mirada, no conocen la desconfianza y sobre todo, no se sienten obligados a amar o consolar, simplemente lo hacen.

Y allí estaba él, esa bolita peluda e indefensa que no sintió ningún miedo cuando nos quedamos solos y se alejo de aquellos que le habían regalado la vida. Porque todo él desprendía amor, calidez, ternura y curiosidad y por eso no perdió ni un segundo en empezar a conocernos. Empezaron a jugar mientras preparaban el escenario para la sorpresa y en cada movimiento que hacía detrás de su juguete, ella sentía como sus emociones afloraban cada vez más porque en esos pocos segundos ya había conquistado una parte de su corazón y de su nueva vida. Porque sabía que a partir de ahora iban a haber muchos juegos, carreras, intentos por fotografiar todas y cada una de sus posturas, vídeos de sus hazañas, travesuras y mordeduras a modo de despertador, pelos en la ropa y en la casa, maullidos, ronroneos y siestas enroscado entre nuestros brazos dándonos el calor que ninguna otra estufa podría darnos, cuidados, preocupaciones, enfados, arañazos y muchas más cosas… 


Pero sobre todo sabía que a partir de ahora su mundo iba a cambiar porque después de haber descubierto ese diamante su brillo jamás iba a dejar de deslumbrar el camino que les conduciría inevitablemente a la felicidad cuando estaban con él.

julio 24, 2016 0 comentarios
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Relatos

Relato de sensaciones

por Auro julio 7, 2016

Y solo tenía que deslizar la hoja de la ventana para encontrarse con lo que ya sabía que le esperaba después de que su sonido hubiera recorrido sus sentidos unos segundos antes. Cerrando los ojos para impregnarse de todas las sensaciones que le esperaban tras correr esa ventana, por fin la abrió…

Y a la vez que la deslizaba suavemente sintiendo la humedad que desprendía el cristal en la yema de sus dedos, su aroma inundó todo su interior. Ese aroma. Esa mezcla de tierra mojada y agua. Ese frescor natural que siente cómo refresca cada una de las partes secas de la tierra que han sido caladas por los rayos incesantes de luz del sol hasta lo más profundo, dejándolas sin vida.

Y a la vez que ese aroma la embriagaba y el sonido de las persistentes gotas la envolvían, asomaron recuerdos en su mente. El recuerdo de dejarse empapar cada uno de sus huesos para después llegar a casa y darse una ducha caliente que contrarrestara el frío del día. De los charcos surcados por los pasos de la gente que corre en busca de refugio. De pisar uno de esos charcos y que el agua calase hasta el pie olvidándose de la frontera que un zapato había intentado poner para protegerse y que sin embargo no había cumplido con su objetivo.

De chocolate caliente y abrigo. De libros y estudio. Del sonido de los coches por el asfalto mojado. De los paseos envueltos en ese olor. De las carreras hasta el coche. De las gotas zigzagueando por el cristal del coche en largos trayectos. De gatos mojados atusándose para secarse ellos mismos, rechazando la ayuda humana de una toalla. De película, sofá y manta. 

Y perdida en esos recuerdos mientras el olor a tierra era cada vez mayor y el sonido se desvanecía lentamente, se sintió afortunada.

Porque la lluvia le recordó que siempre es igual, esté en el lugar que esté. En el lugar donde ha pasado toda su vida o a muchos kilómetros. El sonido y el olor no cambia y los recuerdos que sólo la lluvia es capaz de evocar aparecerán siempre en cada gota o en cada trozo de tierra húmeda igual que desaparecerán con ella cuando la tierra haya sido purificada y las raíces estén nutridas para seguir creciendo con más fuerza…Aquí o allí.

julio 7, 2016 0 comentarios
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Sobre mí

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Vivo en todas y en ninguna parte, conozco más mundo del que mis ojos me han permitido ver, viajo más allá de los límites que el mundo me impone, siento emociones desconocidas en mi propia piel, descubro fantasías como si de la realidad se tratasen.

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