Pensamientos y esperanzas que juegan una carrera contra la realidad para chocar de bruces contra el muro que se esconde detrás de la meta. Muros fuertes e imposibles de saltar que se pierden en aquel lugar donde la vista es incapaz de cumplir su misión.
Muros hechos de bloques que se han ido apilando uno a uno mientras otros se esforzaban en desear llegar hasta ese lugar que ahora es imposible de traspasar.
Una pared que se ha ido construyendo con odio, oscuridad, venganza y necesidad de dañar mientras en el otro lado se recorrían caminos de superación, lucha, amor y persistencia movidos por una necesidad de justicia.
Por una justicia utópica que no existe en un mundo en el que la dignidad se vende a precio de saldo y en el que el poder se compra en valor de oro, disponible solo para aquellos que tienen la fortuna o desgracia de seguir viviendo en los tiempos antiguos de la nobleza y aristocracia.
Muros que son tan sencillos de saltar para los que viven sin entender el concepto de igualdad, empatía y supervivencia. Para aquellos que compran esas palabras igual que todo lo demás para desenvolverse en el mundo al otro lado del muro cual actores interpretando un papel.
Mientras desde abajo ojos llenos de vida y de sueños siguen intentando escalar esa pared sin importar las veces que caigan en el intento y utilizando los medios con los que han sido capaces de sobrevivir siempre. Regalando amor y obteniendo el poder desde dentro sin necesidad de comprarlo.
