El maldito cáncer.
Cuando me di cuenta de que era más que un signo del horóscopo, comenzó a volverse maldito.
Maldito porque lo escuchaba más de lo que me gustaría, porque surgió como un dragón que permanecía dormido hasta que un día decidió despertar para quemarlo todo.
Maldito porque ha conseguido correr más rápido que los que lo persiguen para intentar detenerlo.
Maldito porque es injusto, porque no tiene reglas, porque no respeta la vida.
Maldito porque si él consigue ganar, lo perdemos todo.
Y por eso, en un día como hoy, celebramos la lucha contra él.
La pelea, la fuerza. El levantarse cada día a pesar de que tengamos que convivir con ese maldito.
Porque lo que no nos puede quitar nunca son las ganas.
Las ganas de plantarle cara y decirle que lo atraparemos.
Que no nos rendiremos hasta conseguir darle caza y que mientras tanto, aprenderemos a vivir con él.
Que nos enfrentaremos al miedo porque nunca nos asustará si estamos juntos.
Que le devolveremos sonrisas a las lágrimas y al dolor al pensar que esa guerra solo podrá hacernos más fuertes.
Que nos abrazaremos, que la abrazaras fuerte a ella, a tu abuela, a tu amiga, a ti misma o a todos y todas ellas, para que sepan que siempre tendrán en ti un escudo que las proteja del fuego.
Que mientras estemos vivos, pelearemos aunque nos quedemos sin fuerzas para acabar con su maldición.
