La miro y a veces, me cuesta reconocerla.
Esa mujer alegre, enérgica, fuerte, autónoma.
Que se ha hecho mucho más pequeña y débil por fuera.
Que ya no me cuenta sus historias pasadas ni hablamos largas horas de las mías, porque el cansancio hace que su voz se escuche menos.
La miro y siento tantas emociones juntas que a veces, me bloquean y me paralizan.
Y aún así, a pesar de que cada día es más difícil levantarse, levantarnos, se que ella sigue ahí.
Cuando me mira con sus grandes ojos y no hacen falta palabras para contarme y preguntarme todo lo que quiere con esa mirada.
Cuando acaricia mi mano para decirme que nunca va a dejar de acompañarme.
Cuando escuchamos música juntas y aunque no cantemos, cerramos los ojos y viajamos a esos momentos de su juventud, de mi infancia, donde me acurrucaba por las noches antes de dormir.
Cada vez es más difícil. Y estando aquí, lejos de ti. Pero a pesar de todo, sigues brillando por el amor, la bondad, la protección, y el apoyo que eres en nuestras vidas. Siempre.
Porque ella es nuestra mejor definición de superhéroe.
