Amor tóxico

por Auro

Una de mis primeras relaciones tóxicas se produjo con una amistad. De esas de toda la vida, que crees que estarán para siempre.

Y fue tóxico porque aquello no era amor en absoluto.
Porque no había un tú y yo separado del nosotras.

Porque no era libertad sino pertenencia.

Porque no eran miedos que superábamos juntas sino inseguridades transformadas en celos innecesarios. Porque los celos nunca son necesarios.

Porque era manipulación y culpabilidad cuando no había dedicación absoluta hacia ella, hacia nuestros momentos que poco a poco se convertían en las veinticuatro horas del día.

Sin un momento para dedicarme a mi misma.
Sin un plan con otras personas sin sentir que le estaba fallando.

Sin una alegría o sonrisa permitida cuando ella no se encontraba en su mejor momento.

Sin ser yo misma. Conmigo misma. Con otros.

Y es que empecé a dejar que contaminara todos mis sentidos, mis horas, mis planes y mis decisiones, siguiendo un criterio en el que utilizaba mi amor por ella como una debilidad con la que poder chantajear mis emociones.

Y poco a poco me conformé con esa manera de amar, de querer, de interés. De medir mis actos sin comportarme como realmente quería ser por miedo a las consecuencias que ello pudiera acarrear.

Hasta que me di cuenta de que eso no era en absoluto el amor.

De que el amor no exigía cambiarme a mi misma, dejarme de valorar y de querer por entregarle toda esa energía a otros.
Porque el amor no exige, no coacciona, no manipula, y sobre todo, no coarta.

Porque solo siendo libre eres capaz de mostrarle a los demás la verdadera capacidad y decisión de tu corazón para quererlos, queriéndote.

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