Y un día

por Auro

Y un día, me di cuenta que no estaba dispuesta a soportar más tonterías.

Que no estaba dispuesta a detenerme en los detalles que marcan determinados momentos malos, como discusiones, despedidas, enfados, decepciones. 

Que no quería desperdiciar el tiempo en entender los motivos de algo que sabía que no sería lo que recordaría en un futuro de las personas que me rodean o de la vida que viví. 

Un día me di cuenta que las personas pensamos demasiado y queremos poco. Que anteponemos el orgullo o las razones al sentimiento y al amor, y que podemos quedarnos enclavados en un mismo lugar alimentándonos de rencor o indiferencia, en lugar de avanzar y entregarnos a nuevas oportunidades. 

Un día me di cuenta que todo sería más fácil si nos dijéramos cada vez que lo sentimos “te quiero” y calláramos cada vez que pensáramos “no te soporto” con las personas que realmente valoramos.

Un día me di cuenta que me sentía muchísimo más feliz entregando amor y felicidad a los demás y buscando calma en mi misma en una situación de conflicto antes de enfrentarme y hacer daño a otros. 

Un día aprendí que lo mejor era ser consciente de que lo que hacía o decía era lo que realmente sentía o quería por esa persona. Pero así, en general, no los sentimientos que surgen en un momento donde discutimos, sino aquellos que marcaran lo que esa persona significaba en mi vida.

Un día me di cuenta de que me sentía bien sin hacer daño a los demás con mis palabras, aprendiendo de mis errores y alargando los silencios cuando fuera necesario, en lugar de decir aquello de lo que sabía que me arrepentiría 5 minutos después de decir.

Un día decidí que nadie derramaría una lágrima por alguno de mis momentos de ira en palabras. Aprendí a perdonar al segundo, al minuto. A no vivir con miedo, a no vivir en el pasado, y sobre todo, a no vivir en el rencor.

Porque un día aprendí que la vida es esta. Solo esta que tenemos por delante y ¿de verdad quieres que tus momentos anclados sean aquellos que no valen la pena recordar porque te hacen sentir mal? 

Y así un día decidí a pesar de que me sigo equivocando y aún hoy sigo aprendiendo, que quiero llenar la caja de mis recuerdos de todo aquello que provoque especialmente en mi rostro y también en el de los demás, una sonrisa porque solo así se que seré completamente feliz. 

Te podría interesar

Deja un comentario