Miradas

por Auro

Y te miro. Me miras. Nos miramos.

En un instante que refleja toda la eternidad. 

Y somos dos. Dos miradas, dos pares de ojos. 

Ojos que se vuelven transparentes hacia el camino que me lleva a la parte más profunda de tu ser. 

Miras. Sin más. Ni menos. 

Con la intención de no tener que buscar sino dejarte encontrar. 

Sin filtros que distorsionen la realidad que se presenta ante tus ojos. Sin cortinas ni niebla que impidan ver más allá de la esencia. 

¿Y por que si no la anatomía doto a nuestros ojos de tantos receptores dispuestos a captar el más mínimo detalle del mundo? Para mirar. Para mirarte, mirarnos, mirarme. 

Porque la mirada es solo y mucho más que eso, una dirección, un enfoque, un destello de luz. 

Porque se conecta a las emociones que erizan nuestra piel, que alimentan el alma. Porque el impulso nervioso se interpreta más allá de los ojos, en conjunto, implicando a todo nuestro ser. 

Porque solo así, sosteniendo esa mirada en nuestros ojos, somos capaces de vernos más desnudos que nunca, sin secretos, sin nada que ocultar, siendo yo, tú, nosotros. 

Me miras. Te miro. Nos miramos.

Y no me hace falta nada más para saber quien eres, que quieres, que quiero, quien soy. Ojos que albergan miedos, sorpresa, alegría, admiración, deseo, historias. Que definen una huella única de ti, de mi, de nosotros. 

Porque nuestras miradas reflejan todo aquello que no es necesario etiquetar con palabras. Porque eres tú, eres yo, somos nosotros. 

Mirar, miro, mirada. Y tú con ella, y yo en ella. Miremos sin más. Transparente y sincera para despertar nuestra realidad, mi realidad, tu realidad. 

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