Besos

por Auro

Y te beso. Me besas. Nos besamos.
En un instante que refleja toda la eternidad.
Y somos dos. Dos pares de labios, dos almas, dos besos, siempre dos.
Porque besar es para dos, porque se necesitan dos impulsos, dos intenciones. Dos

Besos para ti. Para mi. Para todos
Porque la suavidad de los labios busca su destino en la piel. En la tuya, en la mia.
Lo que desprende, la sensación. El sentir cómo reacciona cada poro, como la electricidad ante una descarga.
Porque impregna el sello, el mío, el tuyo, el de los dos.

Y ¿por que si no la anatomía decidió cubrirnos de sensibilidad en los labios? Para besar.
Besar por amor, por pasión, por sentimiento.
Por ti, por mi, por todos.
Por reflejar la expresión más íntima del amor.

Porque solo besamos con los labios.
Cuando queremos y a quien queremos.
Porque los labios dictan el camino para unirse, para plasmarse o para rozarse.
Porque besar es con todas las letras, con los sentidos, con los labios. 
Con los tuyos, con los míos.

Porque el sonido o saludar con la mejilla es la expresión de disimulo cuando no queremos regalar ese acto tan íntimo a lo no especial, a lo cotidiano.

Porque besar exige implicar al órgano dominante en un despliegue de órdenes motoras, sensoriales, emocionales. 
Porque implica el sentir en toda la piel.
En la tuya, en la mía. En la nuestra.
Porque un acto tan elaborado no se regala a lo habitual, a lo común, a lo del día a día.

Porque besar no es saludar. Besar eres tú, soy yo. 

Sentirte sintiéndome y amándote amándome. Besando, besándome.

Besar, beso, besa pero sintiendo, piel, queriendo, pero sobre todo,

Queriéndote.

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