Anoche soñé contigo.
Venías a verme, vestido con esa enorme sonrisa que siempre adornaba tu rostro.
Con esos ojos que se cerraban mientras más crecia la felicidad en tu interior.
Anoche soñé contigo.
Estabas tal y como te recuerdo de la última vez que te vi.
Con el tiempo encallado en tu piel que marcaba el final de tus pasos en este camino.
Pero con esa fuerza y vitalidad que nunca te abandonó. Con ese amor que emanaba de tu gran corazón.
Anoche soñé contigo.
Venías a verme, y a pesar del miedo que veía en tus ojos, te cubrías con la mascarilla y te acercabas.
No importaban los años, la enfermedad, el riesgo ante una pandemia. Porque querías volver a abrazar una vez más a tu ratón.
Caminar por las calles que recorría cada día, descubrir la ciudad que la había acogido, años después de tu partida.
Descubrir juntos en lo qué nos habíamos convertido.
Anoche soñé contigo.
Te bajabas de aquel taxi con abuela, en el Retiro.
Me acariciabas la mano, me sonreías a través de la mascarilla, caminabas conmigo aunque el mundo te dijera que no debías hacerlo.
Como siempre, sin importarte, porque una vez más, te entregaste a mi, a nuestro amor, a nuestra unión.
Anoche soñé contigo, abuelo.
Y aunque al despertarme me di cuenta de que no podríamos vivir todo eso, aquí y ahora, sonreí, con los ojos cerrados, pequeños, con la sonrisa grande, como tú.
Porque sentí, que siempre tendríamos esa manera de comunicarnos, de sentirnos. Allí en mis recuerdos, en mis sueños.
Porque aquí, en mi corazón, siempre te podré ver, y una vez más, me lo has demostrado.
¿Nos vemos esta noche?
