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Experiencias

Experiencias

Dulce hogar

por Auro marzo 24, 2020

Y las calles se llenaron de aquellos seres que realmente están vivos.

Y el aire se volvió más puro, oxigenado y vital.

Y la naturaleza se erigió de nuevo como la única realeza a la que alabar

Y el silencio se expandió entre cada rincón necesitado de paz.

Y el calor dejó de convertirse en un problema global.

Y las temperaturas volvieron a seguir su curso, lamiéndose las heridas de nuestras palizas.

Y el mundo volvió a ser libre, armónico, responsable.

Y mientras subíamos a ritmo de pandemia, también subíamos a ritmo de respeto y compromiso, aunque involuntario.

Y los medios se llenaron de datos, de imágenes, de noticias, donde se demostraba que con cada esfuerzo y pequeño gesto aportado por cada uno de nosotros, la vuelta a la normalidad no tenía que convertirse de nuevo en el camino hacia la destrucción.

Aprendamos. De esto, de ellos, de nosotros.

Aprendamos a cuidar nuestro mundo, porque hoy nuestras casas son nuestros hogares, pero sin todo eso que existe fuera y que ahora echamos tanto de menos, algún día lo perderemos todo.

Cuidémonos, para que cuando despidamos al virus, lo que hemos vivido dentro, haga que mantengamos lo que hemos ganado fuera.

Respiremos aire puro, limpio, respetemos a los animales, convivamos con la naturaleza.

Ojalá que cuando superemos esto, también aprendamos a vivir con el planeta, no solo en él.

Volvamos esta nueva normalidad.

marzo 24, 2020 0 comentarios
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Una vida contigo

por Auro marzo 16, 2020

No podía imaginar cuando te conocí que desde ese momento mi vida quedaría unida a ti para siempre.

Fuimos construyendo paso a paso la relación que buscábamos y necesitábamos. Siendo tú y yo, pero también nosotros.

Recorrimos un camino con bastante desnivel al principio, por la inexperiencia, la falta de conocimiento propia y la dificultad de entender que a partir de ese momento teníamos que aprender a ser también en el otro.

Superamos cambios, pérdidas y distancias. Aprendimos a vivir separados por un océano cuando nuestros sueños nos pedían más que nunca hacer aquello que tanto deseábamos pero que el destino había decidido retrasar aún un poco más.

Llegamos hasta aquí, juntos, creciendo más de lo que podíamos imaginar. Descubriendo juntos, ampliando horizontes, y alcanzando por fin los objetivos preestablecidos.

Y así, después de doce etapas que marcarían el final pero a la vez, el inicio de una etapa nueva, llegó aquel día.

El día en el que solo recuerdo felicidad en ti, en mi, en nosotros y en ellos. En el que el amor que fuimos cimentando durante todos esos años, alcanzaba el resultado final. El para siempre.

Y ese para siempre fue ayer, ese día, hoy y mañana. Porque después de tanto, se que no es que te quiera para mí, sino que en mi corazón quiero quererte siempre.

marzo 16, 2020 0 comentarios
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Abuelos

por Auro febrero 28, 2020

Reviso tus cartas guardadas siempre en el mismo cajón, tan tuyo, tan mío. 

Leyendo cada letra que viaja directamente al centro de mi, a lo más profundo.

A ese lugar, mi corazón,al  que fuiste capaz de llegar tan rápido siempre, cuidando cada detalle para que tu presencia fuera calma, paz. 

Tocando suavemente la puerta para entrar aunque estuviera cerrada con una llave que ni yo misma sabia encontrar. 

Acariciando mi piel con tus manos rugosas por la firmeza del tiempo, pero a la vez tan infinitamente suaves.

Con cada canción para calmar mis miedos, con cada poema o historia que alimentara mi ilusión y felicidad.

Y es que son ellos. Abuelos.

Nuestro primer punto de referencia, de inicio y final. Los que nos enseñan a amar y ser amados de la misma manera que lo hicieron ellos. 

Los que siempre han conseguido y conseguirán llegar ahí, a esa puerta que solo ellos son capaces de abrir en nuestro corazón. 

Recordándonos que siempre fueron, han sido y serán nuestra primera vez, nuestro primer amor, desde y para siempre.

febrero 28, 2020 0 comentarios
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Lejos

por Auro febrero 12, 2020

Y cuando estás lejos, te das cuenta quienes son aquellos que realmente siempre estarán ahí. 

Cubriendo los kilómetros que te separan con mensajes continuos en whatsapp

Creando el escenario ficticio de que están cerca aunque no lo estén con una simple videollamada

Buscando la manera de reencontrarse a la menor oportunidad

Planeando como serán los momentos en que se volverán a ver 

Aprovechando cada instante cuando están juntas porque no saben cuando se volverá a repetir

Estando, sintiendo y viviendo juntas.

Sea cerca o lejos. 

Hace no tanto tiempo, mi nueva realidad me enseñó que no todos estamos dispuestos a luchar por eso. Que el día a día se impone a un como estas o un que tal todo. Que nos movemos cuando la situación es más fácil y cómoda y existe la posibilidad de compartir un café por la tarde. Que acudimos a aquellos que nos pueden dar más, con una mirada o una caricia en directo, que no dependa de la calidad de una conexión a internet o de lo que capte una cámara. 

Y cuando vives eso, te das cuenta de lo difícil que es estar al otro lado. Deseando poder tocar, mirar, sentir, estar. Esforzándote porque no se “note” o porque seamos capaces de seguir siendo los mismos aunque hayan océanos de por medio. Confiando en que nada cambie, porque para nosotros nada lo hace. Porque el día a día que vivimos en nuestro nuevo mundo, no deja nunca atrás el que teníamos o el que compartíamos cuando estábamos juntos. 

Porque nos acostumbramos a cambiar un café una tarde, en un audio de más de cinco minutos que esperamos que llegue tanto o más como si fueran las palabras en esa tarde que ya no podemos compartir tan habitualmente como antes. 

Y por eso, agradezco a todas aquellas personas de mi vida que han hecho posible que las siga sintiendo conmigo, como el primer día, sin importar dónde o cuando esté, pero sin olvidarse de que estoy. De que sigo ahí y no quiero apartarme de su vida ni de su camino, solo porque ya no podamos vernos igual que antes. 

No me he ido, soy yo, la misma de ayer, de antes, la misma de hoy, de mañana, aquí o allí. 

febrero 12, 2020 0 comentarios
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Salta, al arcoiris

por Auro febrero 4, 2020

Salta como el primer día que apareciste por sorpresa.

Salta como cuando descubriste en nosotros tu nuevo hogar.

Salta como cuando cruzabas una mirada con tus compañeros de vida.

Salta como cuando corrías bajo el sol en la terraza.

Salta y salta un poco más hasta llegar más allá. 

Y llena ese nuevo lugar de luz, como lo inundaste cuando decidiste elegirnos como familia con quien compartir tu hogar.

En aquel oscuro momento donde gracias a ti, dibujamos más sonrisas que lágrimas cuando dolían los recuerdos.

Salta, siempre, salta y brilla.

Como brillaban tus ojos curiosos cuando nos adivinabas mirándote desde aquel oculto lugar.

Salta, Neji y con cada salto, baña el cielo de estrellas con tu energía infinita hasta reencontrarte con aquellos que se fueron antes que tú pero que siempre están. 

Salta, libre, ahora, por siempre. 

Es increíble pensar como algo tan pequeño puede ser una fuente de sentimientos y emociones inagotables. Que su amor alimente tu vida día tras día, solo estando ahí y siendo así, incondicional y libre a la vez.

Hoy se ha caído una hoja del árbol de nuestra familia, pero te aseguro que nunca, nunca, dejaremos que se seque y muera, así como tú nunca dejaste que esa parte de nosotros muriera sin Tino. 

Que tus saltos sigan llenando de vida nuestro mundo.

Neji, nuestro pequeño amigo fiel, te queremos. 

febrero 4, 2020 0 comentarios
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Toc toc

por Auro enero 29, 2020

¿Quién es?

El que se mira cada mañana en el espejo y reconoce la belleza de su tez.

El que siente el frescor del agua como el elemento necesario para avivar su piel

El que se viste aún dormido a los pies de la cama para comenzar el nuevo día con interés.

El que se levanta y se prepara el desayuno mientras escucha las noticias, preparándose para lo que el mundo espera de él.

El que se siente siempre con energía, por muy pocas horas de sueño que lleve tras de él.

El que se siente orgulloso, por haber sido capaz de llegar más allá de lo que creía que el destino guardaba para él. 

El que no se conforma con mantenerse en pie, sino que día a día lucha por intentar volar.

El que le devuelve la sonrisa al espejo, porque se reconoce en él. 

El que ríe, llora, vive, duerme, sueña, ama y resiste mucho más de una vez.

Toc toc, ¿quién es? ¿Eres tú? 

Soy yo, es él. 

enero 29, 2020 0 comentarios
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Un camino

por Auro diciembre 27, 2019

Y por fin comenzó la última etapa.

Estábamos deseando llegar por el miedo de la lesión y los dolores, pero a la vez, enlentecíamos la marcha porque en el fondo, nos costaba despedirnos de esos despertares cada mañana respirando el oxígeno puro del campo, cubriendo nuestras pupilas de verde intenso, pureza y amplitud de los increíbles paisajes, y más aún, nos costaba dejar atrás esa sensación de saber que cada día descubriríamos y pisaríamos lugares nuevos sin ningún conocimiento previo de cómo serían en realidad hasta que estuviéramos sobre ellos.

Pero a pesar de esa sensación agridulce, el cansancio y las ganas podían más y afrontamos ese final del camino con la fuerza e ilusión de saber que era la última etapa.

Salimos muy temprano, por lo que a pesar de saber y sentir que el verde y la naturaleza estaban ahí, a nuestro lado, la oscuridad no nos permitía atisbar mucho mas allá de la luz de las linternas. Sin embargo, a medida que la luz del día bañaba el paisaje y tras muchas cuestas, físicas y psíquicas, fueron desapareciendo los últimos prados, campos de trigo y bosques para dejar paso a la primera panorámica de aquella ciudad que suponía la meta. Y al llegar, a la plaza, envueltos en el mejor sonido de una gaita, vislumbramos la catedral y nos abrazamos, por la satisfacción, la superación y el esfuerzo, pero sobre todo, porque de nuevo, juntos, ante la adversidad, lo habíamos conseguido.

La vida nos pone a diario a prueba. Hay momentos de subidas casi imposibles de superar, que nos dejan sin aliento y nos invitan a rendirnos a medida que nos vamos quedando sin fuerzas, y momentos fáciles de bajadas que nos facilitan el paso y nos empujan por inercia a ir hacia delante sin plantearnos si estamos llegando a la meta, porque realmente lo deseamos o si es por costumbre. Ambos son iguales de peligrosos.

Por eso, el camino me enseñó tras vivir todos estos momentos, que la clave de llegar al final de la cuesta con aire en los pulmones o de darnos cuenta hacia dónde nos dirigimos en la bajada, es la actitud mental con la que afrontamos esos retos. Si te despiertas pensando que serás capaz de afrontar la adversidad que te surja, comprometido con un propósito, aunque desconozcas los pasos, lugares, emociones o momentos que tendrás que vivir para llegar al final, sin duda lo conseguirás.

Porque somos nosotros mismos, con nuestra fuerza mental, los encargados de dirigir nuestra energía física hacia aquello que deseamos, y los únicos responsables de convertir los impedimentos en desafíos.

Y sobre todo, me enseñó que es igual de importante, las personas con las que decidimos compartir nuestro camino, enfrentarnos a nuestras cuestas y bajadas, a nuestros logros y caídas.

Porque tu vida y un trozo de tu felicidad, está en querer y ser querido en el justo equilibrio que te proporcione la energía vital necesaria. Y yo, he elegido a esa persona para compartir mi camino. Porque, contigo se que siempre me estará esperando tu mano para tirar de mí cuando me quede sin fuerzas.

diciembre 27, 2019 0 comentarios
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Una caja

por Auro diciembre 21, 2019

¿Crees que los recuerdos más importantes de una etapa caben en una caja?

Conocemos esa historia de las películas que sugiere guardar algunos papeles, fotos, u objetos en una caja para posteriormente enterrarla y volverla a abrir dentro de unos años para reencontrarte con esos retales de tu pasado.

Si nos paramos a pensarlo, es una gran idea y oportunidad. El simple hecho de encontrar una nota, un recorte, un objeto que represente una historia, activa una serie de emociones en el interior que hace que nos transportemos al lugar, momento y situación en que vivimos y en el que almacenamos esos recuerdos.

Una pegatina, una foto, una nota, o el detalle más simple puede hacer que nuestra mente viaje a un momento atrás que, aunque manteníamos en ella, quizá se encontraba un poco escondido en algún rincón, sobrepasado por el almacenamiento de nuevas experiencias que le iban haciendo a un lado, a pesar de lo importante que fue en un momento dado.

Y hablo de pequeños detalles. No de esos momentos vitales, de esos capítulos de vida que llevamos siempre grabados en nuestra piel y no necesitamos un estímulo para recordarlos.

Hablo de aquella carta escrita en un papel con un itinerario de vuelo en su otra cara, de aquellos mensajes escondidos en la casa para encontrarlos por sorpresa al entrar en la soledad, de aquel muñeco que surgió de un regalo comestible y que se nos hace imposible deshacernos de él por las personas, el lugar o la situación donde se ha encontrado.

Y esos detalles, hacen que me teletransporte a aquellos inicios. Al lugar que fue nuestro aunque quedaran restos de otra vida acompañándonos en cada habitación. Al comienzo, a la ilusión. Al sabernos protegidos, en un nuevo lugar, para nosotros, íntimo. A la soledad y a los momentos oscuros vividos. La lejanía, el desconsuelo, las ganas de quedarse entre las mantas de la cama en días fríos, donde por mucho que te abrigases faltaba el calor del otro. A la adaptación a una nueva vida y la llegada y construcción de un hogar. Contigo, con ellos.

Y por eso creo que es bonito guardar esos recortes, esos recuerdos, en cajas.

Es imposible quedarnos en la memoria con todos ellos, pero cuando abrimos esas cajas y los releemos, los tocamos o los sentimos, nos permiten que viajemos al pasado y seamos conscientes de los balances positivos y negativos que esos momentos nos dejaron atrás, pero sobre todo, de que son los pequeños detalles los que hacen que seamos capaces de mirar atrás, a ese pasado con la satisfacción y la determinación de saber que fue mayor aquello que ganamos, que lo que creíamos haber perdido.

Porque la vida, está hecha de pequeñas motas de polvo, que aunque en algunas ocasiones brillen transformándose en purpurina y en otras puedan llegar a convertirse en pelusas que generan suciedad, son cada una de ellas las que nos permiten avanzar y construir nuestra vida, deshaciéndonos de aquello que no nos permite crecer y atesorando en cajas los recuerdos que nunca querremos dejar atrás porque siempre formarán parte de nuestro auténtico ser.

diciembre 21, 2019 0 comentarios
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Invisible

por Auro noviembre 28, 2019

Para mi yo del pasado…

El eco de sus risas mientras aceleraba el paso creyendo ingenuamente que cuánto más me alejaba, más reduciría el efecto devastador que provocaban en mí.

Las miradas que sentía cómo alfileres clavándose en la piel, a pesar de que era incapaz de levantar la cabeza y desafiarlas, enfrentarme a ellas, porque era muy difícil reaccionar ante el sentimiento de odio y desprecio que alimentaban y dirigían esos ojos helados.

Las burlas, el asecho, la búsqueda de la oportunidad, la humillación, el desprecio. Siempre eran monstruos oscuros que me acompañaban mientras caminaba por los pasillos de aquel lugar que jamás encerró momentos idílicos en mi recuerdo.

Y así, poco a poco, me fui volviendo invisible para ver si eran capaces de verme menos, de fijarse menos, de centrarse menos. Y fue funcionando, aunque ahora me doy cuenta, que les sirvió más a ellos que a mi. Porque para mí fue un refugio, una manera de esconderme y de ser feliz con lo que tenía en aquel momento. De orientar mi vida a conseguir un objetivo y a mi familia, olvidándome de esos pequeños golpes que día a día recibía sin que existiera un indicio de que pararían en algún momento.

Y poco a poco, esa invisibilidad me permitió volverme inmune a esos ataques que provocaban pequeñas heridas en mi ser. Esas que duelen mucho más que las físicas, las que dejan la más fea de las cicatrices aunque no se pueda ver. Y esa inmunidad consiguió que no me rindiera a esos daños, que no me arrastraran con ellos hasta convertirme en alguien que no estaba dispuesta a ser.

Y conseguí inmunizarme, volverme invisible a pesar de que hasta el último momento se mantuvo, no paró. Y hoy en día me doy cuenta que esa invisibilidad enterró una parte de mi personalidad que aunque día a día lucha por salir, la altura del agujero en la que quedó sumida es muy profunda para conseguir ver la luz después de tantos años.

Y así, pienso y sé que hace tiempo dejé de sentirme invisible, pero todavía hoy soy capaz de ver que han quedado huellas inevitables en mi vida, en mi misma y en mi autoestima que por muchas lunas y dragones que utilice para afrontarlos, no han podido ser borradas porque fueron muchos años, tiempo y daño dedicados a dejarlas marcadas, no en la piel pero si en mi corazón.

Porque no todos nacemos con un dragón dentro que somos capaces de sacar para escupir fuego cuando alguien está directamente atacándonos. Porque solo un invisible entiende lo duro que es pasar desapercibido ante los mil ojos que día a día te miran sin ver y te juzgan sin saber.

Como bien indica Eloy Moreno, en la misma novela que lleva este nombre, lo peor no son los golpes físicos o emocionales. Es el vacío, el no sentirte parte, el desprecio y rechazo, y el que parezca que sólo tú eres capaz de verlo y sentirlo. Eso, el convencerte de que eres invisible o llegar a creerte que de verdad tienes un defecto porque es imposible que alguien, ni siquiera una persona sea capaz de verte.

Y por eso es tan importante que empecemos a hacerlo visible, que todos lo vean y entiendan que no solo es el que lo hace sino el se queda mirando mientras cada vez más, lentamente, va haciéndose más pequeña y desapareciendo ante él la otra persona que ha elegido como verdugo por diversión.

Hace tiempo que deje de sentirme invisible, pero a día de hoy sigo luchando para que mi voz suene más alta que el miedo cuando los ecos del pasado vuelven a invadir mi mente.

noviembre 28, 2019 0 comentarios
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Ella

por Auro noviembre 15, 2019

Y cada vez le costaba más reconocerse en el reflejo que le devolvía el espejo.

Veía su mismo aspecto, su misma piel. Cómo el paso del tiempo iba haciendo mella, aunque aún muy sutilmente, cómo había cambiado en los últimos años, cómo era esa mujer en la que se había convertido cuando no hace tanto tiempo aún veía esa niña en ella.

Y es que su imagen externa, siempre se mantenía casi igual, fiel a su principio. Su tez, sus grandes ojos avellana, sus curvas y su indudable atractivo que no pasaba desapercibido al resto aunque a ella cada vez le costase apreciarlo más.

Y cada vez todo era más difícil, porque lo que en realidad le resultaba complicado encontrar en ese espejo era identificar ese cuerpo como la cobertura que albergaba su alma, su ser. Porque se difuminaba cada vez más presa de las dudas, los miedos y los últimos acontecimientos. Porque aunque seguía sabiendo que aquella persona que le devolvía el reflejo era ella, quizá dentro de sí le costaba cada vez más encontrarse.

La vida había sido muy injusta últimamente con ella, pero ella aún lo era mucho más consigo misma. Su exigencia, su presión, su actitud, su intento de superación. Su deseo de conseguir llegar a alguno de los puertos en los que deseaba atracar, costara lo que costara. Y para ello, poco a poco se había ido creando su propia armadura y sus propias herramientas para defenderse de ese oleaje en el que se había convertido su vida que no le permitía atracar en ningún puerto de los que deseaba, y que siempre presente parecía esperar a que diera un paso en falso para abalanzarse sobre ella y atraerla hacia el fondo sin darle la oportunidad de volver a empezar.

Y precisamente, aunque había luchado con todas sus fuerzas contra eso, su armadura tenía pequeñas aberturas por donde se colaba ese mar. Y se colaba hasta llegar a lo más profundo de su ser y así conseguir por fin desestabilizarla. Consumiendo su fuerza para llenarla de debilidad, su energía para llenarla de pereza, su sabiduría para llenarla de dudas, su seguridad para llenarla de incertidumbre, su alegría para llenarla de lágrimas, y su autoestima y autoconcepto para hacerla flaquear en los valores que plenamente componían su esencia y que siempre la habían definido.

Y es que la autoestima dejó de ser auto para convertirse en estima por los demás. Comenzó a depender de sus impresiones, de sus acciones, de sus decisiones. Y lentamente, sin apenas percatarse, ese mundo de dudas que siempre había conseguido mantener alejado, se fue instaurando en esa falta de autoconvencimiento, en ese campo que estaba dejando vacío de si misma, y tan vulnerable por la opinión de los demás.

Y es que lo que realmente necesitaba para volver a creer en ese reflejo era saber que el tesoro más grande que jamás poseería lo guardaba dentro de sí. Ahí, justo en esa parte que esas dudas estaban consumiendo, en su esencia, en su ser. Porque la luz que desprendía todo ese oro que guardaba en su interior se componía de cada sonrisa, de cada risa sin sentido, de cada momento irrelevante, de cada emoción sentida, de cada parte de sí misma. Porque lo que ella ahora mismo no era capaz de valorar, se veía reflejado en ese espejo con la mayor de las definiciones para aquella que la vigilaba siempre desde atrás. Porque esas ganas, esa lucha, esa capacidad de superación, esas múltiples e infinitas dudas que siempre la acompañarían, esos gestos, esas caricias, y ese temperamento, no es que la hubieran abandonado como ella creía, es que nunca se podrían haber ido, porque cada uno de ellos eran ELLA.

Porque la capacidad de amor y entrega seguía ahí, en su corazón y siempre estaría presente. Lo único que necesitaba era darse cuenta que debía volver a dedicarse a si misma un poco más de tiempo para encontrar en ese reflejo lo que todos desde fuera eran capaces de ver: un diamante que no le hacía falta ser el más brillante o el más deseado o exitoso, para conseguir atrapar con su belleza a cualquiera que dedicara más de dos segundos a mirar a través de su luz.

noviembre 15, 2019 0 comentarios
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Sobre mí

Sobre mí

Vivo en todas y en ninguna parte, conozco más mundo del que mis ojos me han permitido ver, viajo más allá de los límites que el mundo me impone, siento emociones desconocidas en mi propia piel, descubro fantasías como si de la realidad se tratasen.

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