Reviso tus cartas guardadas siempre en el mismo cajón, tan tuyo, tan mío.
Leyendo cada letra que viaja directamente al centro de mi, a lo más profundo.
A ese lugar, mi corazón,al que fuiste capaz de llegar tan rápido siempre, cuidando cada detalle para que tu presencia fuera calma, paz.
Tocando suavemente la puerta para entrar aunque estuviera cerrada con una llave que ni yo misma sabia encontrar.
Acariciando mi piel con tus manos rugosas por la firmeza del tiempo, pero a la vez tan infinitamente suaves.
Con cada canción para calmar mis miedos, con cada poema o historia que alimentara mi ilusión y felicidad.
Y es que son ellos. Abuelos.
Nuestro primer punto de referencia, de inicio y final. Los que nos enseñan a amar y ser amados de la misma manera que lo hicieron ellos.
Los que siempre han conseguido y conseguirán llegar ahí, a esa puerta que solo ellos son capaces de abrir en nuestro corazón.
Recordándonos que siempre fueron, han sido y serán nuestra primera vez, nuestro primer amor, desde y para siempre.
