Se despertó entre los desechos de los que se desprenden los demás.
El primer olor, el primer sonido debería haber sido el de su madre, su alimento y su guía, pero no fue así.
Escuchaba a su lado el sonido de un llanto de un bebé. Como él, después de muchas semanas de oscuridad, silencio, calidez y latidos maternales que alimentaban su corazón, se encontraron en un frío, ruidoso y desconocido infierno.
Y de repente, consiguieron ver la luz. Mientras la tapa del contenedor se abría, escucharon aquellas voces en el exterior que serían su salvación. Por primera vez, unos ojos, puros y transparentes, se fijaron en ellos.
Ambos corazones resonaban de felicidad al conocer el final de su tortura. Sintió como liberaban a aquel bebé de esa cárcel y ya ansioso, esperaba su turno.
Sin embargo, el sonido de la tapa al cerrarse tras haber salvado a su compañero humano, le mostró, por primera vez, aquel que sería su oscuro destino.
La diferencia estaba en los bigotes que cubrían su cara y en el pelaje que envolvía su piel.
El mundo no era igual para todos.

1 comentarios
Q razón tienes amiga