Madre es la luz que se queda encendida cada noche para guiarte en la oscuridad.
Madre es la mano que te sujeta en el camino desde que aún no sabes andar hasta que necesitas que te suelte cuando ya has aprendido a correr, sola.
Madre es la que te enseña el mundo desde arriba para que luego puedas ir construyéndolo poco a poco, desde abajo.
Madre es el empuje que necesitas para conseguir que aquello que sueñas cada noche, se convierta con el amanecer en realidad.
Madre es el abrigo que te cubre y te reconforta cuando sientes frío, secando tus lágrimas en cada momento de tristeza y soledad.
Madre es la que te da la vida. Pero no solo cuando naces, sino en cada momento que te abraza, que te cuida, que lucha por ti cuando no te quedan fuerzas, que te escucha, que te canta, que te ama.
Porque no se puede explicar con palabras el amor que llena el alma cuando ellas me miran, me sonríen, me hablan y me alimentan. De vida, luz y felicidad. De ellas.
Porque tú eres ser madre siendo mamá, y ellas siendo abuela.
Y por eso, hoy y siempre gracias a las madres por ser más allá de esa palabra, más allá de una vez, y más allá de una vida.
