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Cadena de Momentos

Cadena de Momentos

Aromas

por Auro junio 24, 2020

Y aspiro tu aroma, aspiras el mío, nos olemos.

En un instante que refleja toda la eternidad.

Y somos dos, dos pares de narices, de aromas, de nosotros.

Porque el olor va más allá del perfume artificial que te envuelva, del camuflaje con el que intentas cubrir tu propio cuerpo y alma.

¿Y por qué si no la anatomía nos dio la capacidad de procesar esa distinción, esa diferenciación en cada uno, en cada estímulo, en cada ser?

El aroma del café recién hecho, de la atmósfera de tu hogar, de la tierra seca que cultivan tus manos. El olor a lluvia, al mar, que te transportan a tu hogar y a ese momento que apaga un poco tu interior. El aroma de un bebé, tan puro, suave, tan inocente e incondicional. El olor del miedo, de la alegría, de la sorpresa. El olor cuando aterriza el avión y te sientes en casa. O cuando sientes ese nuevo lugar que te espera por ser descubierto.

Cuando se activa esa conexión automática entre tu olor y mi corazón. Entre tu aroma y mi memoria.

Nos olemos, respiro tu olor, respiras mi olor.

Porque el olor no solo es instinto. El olor crea y activa recuerdos, es capaz de transportarte a ese momento único, hasta esa o esas personas especiales.

El viajar a cada uno de tus rincones interiores más ocultos, a tu infancia, cuando te llega el olor de las palomitas y te ves en casa, en tu cine, en el cine de tu hogar con ellos. Cuando el olor de un golpe de brisa, de suelo mojado, te recuerda que tu hogar siempre viajará en tu corazón.

El olor de tu perfume cuando nos conocimos, que por más tiempo que pase siempre me devolverá a aquella plaza y a aquel camino en el que descubrimos el amor. El olor del día más importante de nuestra vida, en tu cuello, en tu abrazo.

El olor de los viajes en coche con mis padres, de las Navidades con todos sentados en la mesa, de los juegos y las lágrimas compartidas con mi hermana.

El olor de los que ya no están pero que siempre recordaremos.

Y es que solo prestando atención a esos momentos, a esos aromas, somos capaces de recrear los recuerdos de esa verdadera realidad.

Guardemos cada olor, establezcamos ese vínculo. Porque nuestra memoria olfativa es una de las más poderosas y a la vez olvidadas, hasta que nos damos cuenta de que en esa ráfaga, en esa casa, en esa ropa, en ese parque, se quedó para siempre impregnado tu ser.

junio 24, 2020 0 comentarios
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Cadena de Momentos

Sonidos

por Auro marzo 6, 2020

Y te escucho, me escucho, nos escuchamos.

En un instante que refleja toda la eternidad.

Y somos dos, dos pares de oídos, de sonidos, de nosotros.

Porque el escuchar a alguien no es sólo oír, va más allá del ruido, de la música, del timbre. Escuchamos el sonido de las emociones contenidas o no en palabras.

¿Y por qué si no la anatomía nos dotó de la capacidad de interpretar los estímulos sonoros para darle un significado a cada mensaje, diferenciándolos de aquello que no necesita ser interpretado?

El sonido del mar, del viento, del ritmo de una canción con o sin letra. Sonidos que significan todo sin necesidad de incluir palabras que los describan. El sonido de tu respiración, de tu voz, de tu risa. Ese sonido que eres tú, soy yo, somos nosotros.

Cuando siento el sonido agitado de la ansiedad que habita en tu pecho, el suspiro de haberte liberado de una carga pesada. Cuando siento el sonido de tus labios dejando escapar el aire suficiente para volver a regalarme un beso largo, profundo, íntegramente nuestro. Cuando siento el sonido de tu interior con cada caricia que nos entregamos, o el sonido de tu risa cuando conseguimos llenar nuestro lienzo de colores.

Te escucho, me escucho, nos escuchamos.

Y es que cada uno de tus sonidos son estímulo suficiente para despertar una emoción en mí. La sensación de intimidad, tuya, mía, nuestra. El conocernos más allá de utilizar palabras que perturben el significado de la pureza del sonido.

La tranquilidad que me transmite cada uno de los matices de tu voz. La capacidad de seguridad e inmensidad, de amor y libertad, de casa y de mar. Dónde nos escuchamos sin necesidad de oírnos. Donde nos convertimos en uno, en una conversación, en una risa compartida, en un alarido desgarrador. En todo, y en nada.

Porque el escuchar no solo depende de oír. Va mucho más allá del ruido, del sonido vacío.

El interpretar cada uno de tus sonidos. De vida, de cansancio, de dolor, de alegría. El escuchar tu respiración mientras duermes, donde no hay nada más. Solo eres tú, soy yo, somos nosotros.

Y es que solo escuchando, escuchándote, escuchándome, somos capaces de descubrir la verdadera realidad.

Escuchar, escucho, sonidos. Y tú en cada uno de ellos, y yo en ellos. Escuchemos más, oigamos menos.

Para ser capaces de entender la diferencia entre lo que contamos y lo que verdaderamente cuenta nuestro interior, para ser capaces de escucharnos a nosotros mismos y así ser capaces de escuchar al resto del mundo.

marzo 6, 2020 0 comentarios
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Cadena de Momentos

Caricias

por Auro enero 10, 2020

Y te toco, me tocas, nos tocamos. 

En un instante que refleja toda la eternidad. 

Y somos dos, dos pares de manos, de brazos, de nosotros. 

Porque el tocar no es solo el tacto, el tocar es el roce de la piel, de tu mano en mi pierna, de tu cuerpo en mi cuerpo, de tu abrazo. 

¿Y por que si no la anatomía nos doto de la capacidad de sentir y percibir en la lengua, en los dedos, en cada centímetro de nuestra piel? 

Como una descarga eléctrica que eriza nuestro vello sin aún habernos dado tiempo a interpretar a qué se debe esa sensación. Eso eres tú, soy yo, somos nosotros. 

Cuando siento el roce de tus dedos en mi mejilla, llenándose de humedad al limpiar una lagrima para evitar que crezca más. Cuando siento tu mano aferrando fuerte la mía cuando el suelo se desequilibra bajo nuestros pies, cuando la oscuridad intensifica todos nuestros miedos. Cuando siento con cada paso la suavidad de la superficie arenosa que evade aquella tierra en la que me crie, o cuando camino sobre la seguridad y dureza de la madera que atesora nuestro hogar. 

Te toco, me tocas, nos tocamos. 

Y es con cada una de tus caricias con las que siento el amor más profundo, infinito. La sensación de hogar, la calidez y seguridad de saber que siempre estará ahí, tu roce, el mío, el nuestro. 

La delicadeza del tacto sobre sus pelajes inmaculados, que actúan de muros protectores para albergar la mayor pureza en su interior. Su aspereza cuando devuelve el gesto, siempre correspondido, incondicional. 

Los abrazos fuertes. Dónde nos tocamos, nos sentimos. Dónde cada poro de nuestra piel está en contacto con el poro del otro, sin importar que estén cubiertos con una capa de ropa. Esos abrazos que encierran las palabras no dichas, las que duelen, las que no necesitamos escuchar para saber que están ahí. 

Porque el tocar no solo depende de lo físico. Es mucho más profundo, es el saber. 

El interpretar el mapa de tu piel, cada uno de tus caminos, siendo capaces de ver la realidad que esa coraza esconde dentro. 

El descubrir los secretos más profundos que se reflejan en nuestra carátula, en aquello que mostramos al mundo. 

Y es solo tocando, tocándote, tocándome, como somos capaces de descubrir esa verdadera realidad.

Tocar, toco, caricia. Y tú en cada una de ellas, y yo en ella. Toquemos más, no menos.

Para ser capaces de conocer la sensación de sabernos nuestros, míos, tuyos, y de liberar a los sentidos el órgano más inmenso que representa nuestro ser.  

enero 10, 2020 0 comentarios
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Miradas

por Auro noviembre 27, 2019

Y te miro. Me miras. Nos miramos.

En un instante que refleja toda la eternidad. 

Y somos dos. Dos miradas, dos pares de ojos. 

Ojos que se vuelven transparentes hacia el camino que me lleva a la parte más profunda de tu ser. 

Miras. Sin más. Ni menos. 

Con la intención de no tener que buscar sino dejarte encontrar. 

Sin filtros que distorsionen la realidad que se presenta ante tus ojos. Sin cortinas ni niebla que impidan ver más allá de la esencia. 

¿Y por que si no la anatomía doto a nuestros ojos de tantos receptores dispuestos a captar el más mínimo detalle del mundo? Para mirar. Para mirarte, mirarnos, mirarme. 

Porque la mirada es solo y mucho más que eso, una dirección, un enfoque, un destello de luz. 

Porque se conecta a las emociones que erizan nuestra piel, que alimentan el alma. Porque el impulso nervioso se interpreta más allá de los ojos, en conjunto, implicando a todo nuestro ser. 

Porque solo así, sosteniendo esa mirada en nuestros ojos, somos capaces de vernos más desnudos que nunca, sin secretos, sin nada que ocultar, siendo yo, tú, nosotros. 

Me miras. Te miro. Nos miramos.

Y no me hace falta nada más para saber quien eres, que quieres, que quiero, quien soy. Ojos que albergan miedos, sorpresa, alegría, admiración, deseo, historias. Que definen una huella única de ti, de mi, de nosotros. 

Porque nuestras miradas reflejan todo aquello que no es necesario etiquetar con palabras. Porque eres tú, eres yo, somos nosotros. 

Mirar, miro, mirada. Y tú con ella, y yo en ella. Miremos sin más. Transparente y sincera para despertar nuestra realidad, mi realidad, tu realidad. 

noviembre 27, 2019 0 comentarios
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Besos

por Auro agosto 19, 2019

Y te beso. Me besas. Nos besamos.
En un instante que refleja toda la eternidad.
Y somos dos. Dos pares de labios, dos almas, dos besos, siempre dos.
Porque besar es para dos, porque se necesitan dos impulsos, dos intenciones. Dos

Besos para ti. Para mi. Para todos
Porque la suavidad de los labios busca su destino en la piel. En la tuya, en la mia.
Lo que desprende, la sensación. El sentir cómo reacciona cada poro, como la electricidad ante una descarga.
Porque impregna el sello, el mío, el tuyo, el de los dos.

Y ¿por que si no la anatomía decidió cubrirnos de sensibilidad en los labios? Para besar.
Besar por amor, por pasión, por sentimiento.
Por ti, por mi, por todos.
Por reflejar la expresión más íntima del amor.

Porque solo besamos con los labios.
Cuando queremos y a quien queremos.
Porque los labios dictan el camino para unirse, para plasmarse o para rozarse.
Porque besar es con todas las letras, con los sentidos, con los labios. 
Con los tuyos, con los míos.

Porque el sonido o saludar con la mejilla es la expresión de disimulo cuando no queremos regalar ese acto tan íntimo a lo no especial, a lo cotidiano.

Porque besar exige implicar al órgano dominante en un despliegue de órdenes motoras, sensoriales, emocionales. 
Porque implica el sentir en toda la piel.
En la tuya, en la mía. En la nuestra.
Porque un acto tan elaborado no se regala a lo habitual, a lo común, a lo del día a día.

Porque besar no es saludar. Besar eres tú, soy yo. 

Sentirte sintiéndome y amándote amándome. Besando, besándome.

Besar, beso, besa pero sintiendo, piel, queriendo, pero sobre todo,

Queriéndote.

agosto 19, 2019 0 comentarios
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Sobre mí

Sobre mí

Vivo en todas y en ninguna parte, conozco más mundo del que mis ojos me han permitido ver, viajo más allá de los límites que el mundo me impone, siento emociones desconocidas en mi propia piel, descubro fantasías como si de la realidad se tratasen.

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