Auro

Hace días leí que algunas personas afirmaban sobre la belleza real o no de otro.

Leí que otras personas afirmaban sobre las mejores creaciones de un artista sobre otro.

Y mientras leía, no entendía.

No entiendo cómo se puede afirmar sin debatir, cómo se puede concluir sobre tu propia opinión y la de los demás sin dejar espacio a la libertad.

No entiendo por qué es necesario defender tu opinión con un ataque a otros.

Opinar significa etimológicamente optar por. En ningún caso se refiere a imponer o a considerar incluso que tu propio criterio está por encima del de los demás.

Cada uno tiene su espacio, cada uno siente y se activa ante cosas diferentes, cada uno vivimos de manera diferente aunque compartamos el mismo mundo. Cada uno tenemos una visión distinta aunque estemos mirando incluso en la misma dirección.

¿Por qué no opinar, creer, defender, luchar y optar por tus propias ideas debatiendo el resto? 

Debatiendo sí. Porque hay una gran diferencia entre debatir y afirmar, porque hay una gran diferencia entre dejar abierto el espacio al diálogo y a la diversidad frente a juzgar, aglutinar y expresar tu idea como la más correcta.

No tenemos que decidir, no es un concurso, no hay que sacar una conclusión final.

Lo que sí podemos hacer es escuchar, expresar y defender sin imponer. Y si no obtenemos el mismo respeto, el mismo espacio abierto para sentirnos libres, podemos optar por dejar de escuchar. 

Esa palabra que lo abarca todo, y que a muchos les queda grande. 

Porque amistad es hablar todos los días, o cada dos meses, pero sintiendo que no ha cambiado nada desde el primero. 

Amistad es pasar una noche de desvelo aunque sea en conversaciones escritas, para convertir una noche de insomnio en una noche acompañadas, en la distancia.

Amistad es reencontrarte después de mucho tiempo y no poder contener las lágrimas para compensar todos esos abrazos que no te has podido dar.

Amistad es sentirte cerca, sin necesidad de conocer o estar presente en todos los momentos de la otra persona.

Amistad es emocionarte al sentir sus logros, sus éxitos y su felicidad como si fuera la tuya propia.

Amistad es ser libres, juntas y también compromiso para estar y hacer, aunque cueste a veces. 

Amistad es volver a saltar juntas, cuando una de las dos se cae. 

Amistad es inventar tu propio lenguaje, aquel que solo sois capaces de entender tú y ella.

Amistad es decírselo todo con una sola mirada, sin necesidad de palabras.

Amistad es sinceridad, apoyo, pero sobre todo amor. 

Y esa manera de amar es tan o más bonita que aquella que promete un componente romántico. 

Porque sabes que no necesitas nada más para sentirte la persona más especial y afortunada a su lado.

Para toda la vida. 

En el término medio está la virtud, decía Aristóteles.
Y sin embargo, que difícil parece encontrarlo.

Que difícil es no ver que cualquier cosa adquiere un tinte innecesario cuando ya estaba compuesta de muchos colores.
Que difícil es encontrar la originalidad, la creatividad, las nuevas ideas que no se remonten si quiera a un pasado o a un futuro, sino que se queden aquí, en el presente.

Que difícil es detener la vista en aquello que pasa desapercibido y que quizá merezca mucha más atención de la que recibe frente a otras que están sobredimensionadas.
Que difícil es sentir intensamente, libre, sin atender a esa dirección que parece indicarte el mundo como la “adecuada”.

Que difícil. Pero no imposible.
Ser capaz de mirar sin perspectivas, sin filtros, con todos los caminos posibles.

Con todas las historias que se esconden en el fondo del mar, y a las que nadie suelta la cuerda para que suban a la superficie.
Una superficie llena de realidades que quizá no pienses, no compartas, pero que sí que son capaces de tapar la visión de aquello que realmente significa algo para ti.

En el término medio está la virtud.
No todo es blanco o negro.
Tampoco tiene por qué ser gris.
Pero ¿sabes qué? Por suerte, hay infinidad de colores.

Sonrisas prisioneras detrás de una mascarilla.
Sonrisas necesarias para entender el conjunto.
Sonrisas que cuentan todo aquello que tu voz se calla.

Sonrisas imposibles de disimular que siguen su curva hasta tus ojos.
Sonrisas que dicen tanto. Sonrisas que se contagian. Sonrisas que iluminan.

Porque la sonrisa es el reflejo del alma, porque una cara sin sonrisa es como una noche sin día, necesita de ella para poder completarse.

Porque la sonrisa de cada uno es única, es propia, es él o ella, eres tú, soy yo.

Porque una de las cosas que necesitaremos siempre es contagiarnos de sonrisas, de alegría y de felicidad, aunque ahora mismo sea una de las partes que más necesitamos proteger, cubrir, para poder seguir sonriendo, siendo luz, estando felices.

Para poder volver a liberar nuestras sonrisas y multiplicarlas en los demás.