Música

Me críe rodeada de música.
Desde que aún estaba en el vientre, me envolvían los sonidos de aquellas tardes de jazz, música clásica, rock y pop español, o melodías puras de trompeta y piano de las manos y el corazón de mi abuelo.

Mi vida se escribía siempre sobre un pentagrama donde cada nota, cada canción, cada artista, evocaban un sentimiento nuevo, puro, un sentimiento único que siempre me acompañaría, siendo la banda sonora de mi infancia, de mis miedos, de mi felicidad y sobre todo de mi familia.

Porque los cuatro recorríamos nuevos lugares con los decibelios al máximo, al ritmo de Manolo García, U2, Rosana, Pedro Guerra, Sade, Mika, y Jarabe de Palo, entre otros muchos.

Cuando mi generación quizá empezaba a escuchar otros nuevos tonos, mi infancia y adolescencia siempre quedó marcada por aquella caja de música eterna, con mis padres, mi hermana, mi familia, pasábamos el día, cada uno con su tarea, pero juntos al ritmo de Grita, La Flaca, y otras tantas.

Y es que artistas como él, me enseñaron que la música transmite y crea. Crea emociones, crea recuerdos. Porque los recuerdos sin música no son iguales, no tienen tanto color.

Por eso, gracias, por haberme descubierto y darme la fuerza para saber que había momentos en los que solo necesitaba gritar, aunque fuera en silencio.
Gracias a todos esos genios, auténticas influencias, que hablaban sin límites, que componían sin miedo y que llegaban tan dentro.

Hoy, estas palabras por ti y lo que representas. Y hoy más que nunca, como nos enseñaste, no hay cielo, mar ni tierra, porque la vida es un sueño.