Es curioso ver cómo el fuego puede ser desde una herramienta de supervivencia hasta una herramienta letal.
Es curioso sentir que un elemento puede calentarte tanto y a la vez, exigir el suficiente cuidado para alejarte antes de que te puedas quemar con él.
Es curioso utilizar el fuego para destruir malos recuerdos pero también para sentarte frente a él y construir nuevos.
Es curioso que una ducha caliente o una tarde bajo el sol consiga curar las heridas que se esconden en tu cuerpo aunque el calor no traspase más allá del filtro de tu piel.
Es curioso que una hoguera te reconforte con la distancia suficiente de abrazar tu mente y tu corazón pero que envuelva el peligro de destruirte y abrasarte si te acercas demasiado.
Es curioso ver cómo un elemento puede causar destrucción pero a la vez proteger y dar vida.
La clave está en saber distinguir la distancia para estar cerca sin estar en el, para sentirte sin quemarte, para cuidarte sin destrozarte.
