Bum. Y desaparecen las sonrisas.
Y el oxígeno se consume por el fuego.
Bum. Y la vida de destruye en un segundo.
Y las construcciones se transforman en ruinas.
Bum. Y las cenizas apagan el alma.
Y suena fuerte, y arrasa con todo.
Bum. Y lo ves desde una pantalla. Una secuencia. Que te desgarra pero que no te alcanza gracias a la distancia.
Pero la distancia no quita que está ahí. Es real. Y no es tan importante el motivo, como saber qué se ha perdido, cuanto se ha quedado y se quedará enterrado en el olvido.
Y no tiene por qué explotarnos en la cara para mostrar nuestras manos y ayudar.
Cómo y en lo que podamos.
Porque en eso de sentir no somos tan diferentes, y la onda expansiva a posteriori puede transformar el terror en amor, la ceniza en un rayo de luz.
Si estamos, juntos.
