De pequeños

por Auro

De pequeños cuando jugábamos sólo necesitábamos a nuestra imaginación como compañera.

Jugábamos a imaginar mundos, a dibujar sueños, a convertirnos en otras personas o personajes, a vivir otras vidas.
Jugábamos con la inocencia de creer, jugábamos para ilusionarnos, para divertirnos.
Para crear vínculo y amor.

Y es curioso como cuando crecemos, cambiamos completamente el significado de este verbo.

Porque aprendemos a jugar con los demás. A jugar con sus sentimientos, con sus sueños e ilusiones, con sus recursos y con su propia vida.
Aprendemos a jugar para utilizar, para manipular, para divertirnos y brillar solo nosotros mientras apagamos a los demás.

Aprendemos que la complicidad de cuando éramos pequeños desaparece, la confianza en lo desconocido, la apertura a los demás.
Aprendemos que jugar en esta etapa no se trata de crear sino de destruir, de vaciar a los otros.

Porque no tiene el mismo significado jugar con los demás cuando eres niño que cuando eres adulto.
Porque la vida te enseña, que de adulto la inocencia y la imaginación tiene que quedar atrás para poder jugar sin salir perjudicado.

Afortunadamente, no a todos nos gusta jugar a costa de los demás, sino con ellos.
Como cuando éramos niños.
Y ese es el mundo en el que quiero seguir creyendo.
A pesar de todo.

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