Escribir

por Auro

Recuerdo la primera vez que empecé a escribir.

En hojas sueltas que arrancaba de una libreta de Agatha Ruiz de la Prada.

Recuerdo que desarrollaba mis ideas a partir de frases o historias que escuchaba o que leía y que despertaban en mi un impulso.

Un impulso por poner en palabras todo eso que se juntaba en mi mente y que necesitaba buscar una salida, un desahogo.

Un impulso por dejar salir esa interpretación de mis sentimientos, que ni yo misma muchas veces entendía.

Y a partir de ese momento, me di cuenta que quería vivir mi vida escribiendo, o escribir viviendo mi vida.

Porque escribir fue liberador. Fue encontrar ese cielo despejado a la mañana siguiente tras una noche de tormenta de verano.

Fue fluir conmigo misma, con las cosas que me sucedían o qué veía que sucedían a otros.

Fue ponerle voz a mis protestas contra el mundo, o contra mi propio ser.

Fue sentir amanecer en mi interior cuando todo estaba oscuro.

Fue terapéutico.

Y por eso, cuando alguien me pregunta qué pasa por mi mente cuando escribo, solo puedo contestarle paz.

Porque las frases surgen en mí, incluso más rápido que la orden motora que envía el cerebro a mis manos.

Porque consigo abstraerme en mí y dedicar mi entera atención a sentirme y a escucharme dentro, para convertir esas ideas y sentimientos en palabras que conformen su reflejo.

¿Y tú? ¿Has probado a escribir(te)?

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