¿Alguna vez te has detenido a analizar tu suerte?
¿Alguna vez has apreciado aquello que escapa de tu control, aquello que muchos consideran destino?
¿Alguna vez te has despertado dando de nuevo los buenos días a la vida?
La suerte existe y está ahí. Y no hay que culpabilizarla de aquello que no sale como nos habría gustado ni tampoco atribuirle la responsabilidad de nuestros éxitos.
Pero si creo que deberíamos ser conscientes de esa suerte.
La suerte de no enfrentarte a una dura enfermedad, o la suerte de haber aprendido a convivir con ella sin perder tu fuerza y tu sonrisa.
La suerte de poder seguir abrazando, amando y sintiendo intensamente a tus seres queridos.
La suerte de haberte arriesgado al tomar esa decisión radical que cambiaría tu vida.
La suerte de recuperar la ilusión por ese nuevo proyecto.
La suerte de vivir en unas condiciones injustamente superiores a otros lugares.
La suerte de despertarte cada mañana con las sábanas limpias y un techo que te protege.
La suerte de seguir viviendo.
Porque tenemos que aprender a aceptar que no podemos ni debemos controlar todo aquello que sucede en nuestra vida, pero si podemos decidir cómo aprovechar esa suerte que el mundo, el destino o nosotros mismos sin ser conscientes hemos repartido en nuestro propio camino.
Puede que no estés viviendo un buen momento ahora mismo y seas incapaz de verlo. Pero solamente necesitas mirar fuera de ti, escuchar, leer, analizar y comparar.
Y entonces te darás cuenta de lo verdaderamente afortunada que eres.
