¿Te imaginas?
¿Te imaginas que un día te despiertas en un lugar completamente desconocido?
¿Te imaginas que de repente pierdes en un segundo a aquellas personas a las que amabas incondicionalmente?
¿Te imaginas que un día, aquel en quien confiabas te causa un daño que jamás hubieras alcanzado a imaginar?
¿Te imaginas que de repente sientes las heridas en tu cuerpo de aquellos golpes invisibles que tanto te negaste a reconocer?
¿Te imaginas que un día tú corazón se rompe en mil pedazos al perder la seguridad con la que creías vivir?
¿Te imaginas que de repente te encuentras solo sin familia, amigos, sin un techo ni un rumbo al que dirigir tu vida?
¿Te imaginas que un día ya no aguantas más y te dejas morir?
¿Te imaginas?
Pues no hace falta imaginarlo. Porque todos los días es una realidad. Para ellos.
Para los que sin previo aviso, aparecen amarrados en una cuneta, o enterrados bajo un montón de piedras para apagar una existencia porque empieza a molestar a otros.
A otros a los que ellos seguirán volviendo sin pensarlo si se los vuelven a cruzar.
A otros a los que no dudarían en entregarle de nuevo su amor y su confianza a pesar de haber sido traicionados.
A otros para los que esas vidas, sus vidas, se reducen a un ciclo de usar y tirar cuando ya no los necesitan.
Y ellos quizá no tienen voz, pero si voto, derecho y decisión.
Y no merecen que sus vidas sean truncadas por los deseos de sus verdugos.
Merecen vivir felices, libres, sintiendo el mismo amor que entregan sin dudar.
Aquel que serían incapaces de dejar atrás en esa o en cualquier cuneta.
