Me pase la infancia diciendo: “no, gracias”, cuando la tentación de lo que veían mis ojos superaba
cualquier intento de autocontrol.
Escuchando más de una vez la palabra egoísta por no compartir mis galletas, diferentes y llamativas, con otros.
Leyéndome el listado de ingredientes de los productos que a pesar de toda lógica, me sorprendían con su contenido.
Escuchando a mis padres avisar en el colegio, a mis amigos, a sus padres, sobre el cuidado que tenían que tener en cumpleaños, fiestas, etc.
Aprendiendo a cuidar de mi misma, porque por mucho que avisáramos al resto, el mundo en ese momento no estaba preparado para entender.
Son ya muchos años los que llevo viviendo alejada de ti, gluten.
Años de sacrificio, emocional y económico.
Porque yo no decidí privarme de tus caprichos, pero tener una buena salud contigo es incompatible.
Cada año he visto como todo avanza más y más y me siento muy feliz de ver todo el esfuerzo, interés y empeño que han puesto algunos en conocer esta enfermedad y en hacernos especiales, no diferentes, cuando compartimos una mesa en un restaurante o llenamos nuestras cestas en los supermercados.
Pero todavía son muchas decepciones las que me llevo cuando se informa en un local “bajo en gluten” “pan sin gluten vegano” “sin gluten pero no apto para celiacos”, etiquetas que camuflan de nuevo la realidad como si no se tratara de una primera necesidad para nosotros.
Nos queda muchísimo por avanzar, porque la etiqueta sin gluten para los celiacos, no admite ninguna excepción, no debe confundirse con una moda o un estilo de vida saludable.
Yo como sin gluten porque solo puedo comer sin gluten.
No lo he elegido, la celiaquía me ha elegido a mi.
Y aunque quede mucho camino por recorrer, hoy solo puedo decir que me siento orgullosa de todo lo que ella me ha enseñado y de lo que hemos conseguido juntas.
Gracias a mis padres, mi hermana, mi pareja, mis amigas, esos hosteleros anónimos, preocupados.
Por ayudarme a despejar el camino para que en lugar de ver piedras que me impidieran avanzar, aprovechara la oportunidad de aprender a conocerme, cuidar de mi misma y de vivir haciendo de una diferencia, una “especialidad”.
