Un puente

por Auro

Ojalá un puente invisible. 


Un puente en el que la velocidad de luz fuera el medio más lento para recorrerlo. Un puente que en cuestión de segundos, en el otro extremo siempre estuviera la posibilidad de tenernos cerca. Un puente que hiciera que el mar fuera el mejor paisaje mientras se atraviesa y no la inmensa representación de la gran distancia que nos separa.


Ojalá un puente para poder atravesarlo y estar juntos en cada momento genuino, imprevisible, inesperado. En cada visita a los abuelos no planificada, en cada compra del pan que falta para comer ese día, en cada día de trabajo de punta a punta. En cada baño en la playa con el bikini de los por si acaso en la maleta.


Ojalá un puente para cada conversación nocturna, para agarrarnos de la mano cuando tenemos miedo o queremos sentirnos todavía mas cerca aunque estemos apenas a unos centímetros, para mirarnos como solo nosotras sabemos.


Ojalá un puente para cada merienda con chocolate, para cada tarde con café, películas y millo. Para cada conversación de madrugada luchando contra el sueño y cansancio. Para cada anécdota.


Ojalá un puente para cada viaje en el coche chiquito pinchando para escuchar la radio, para cada abrazo, para cada sonrisa y carcajada compartida. Para cada tertulia las cuatro, las tres o las dos, con los acontecimientos del día.
Ojalá un puente para cada abrazo fuerte, para peinarme una noche sin motivo y sin necesidad de pedirlo, para escuchar tus canciones. Para compartir nuevos descubrimiento tecnológicos, para las esperas en el coche mientras hacemos “recados”. Para paseos juntos.


Ojalá un puente para compartir cada momento, ahí, juntos, en el momento presente. Para no tener que vivirlo por palabras, anécdotas o a través de pantallas. Para poder vivir esos momentos importantes o cotidianos juntos, para poder ir a capturar experiencias juntos. Para poder seguir compartiendo primeras veces, los cuatro.
Ojalá un puente sin horarios, billetes, esperas y accesos. Un puente que cada vez, cuando y como quisiéramos nos permitiera cogernos de la mano y sentir la calidez de nuestra piel.


Ojalá un puente. Un puente como el que he construido en mi. Para que las idas y vueltas a casa, sean siempre más fáciles. Para que no deje de ser hogar cada lugar y que así haya un pedacito de mi allí siempre, aunque la mayor parte esté aquí. Para que no haya un aquí y allí, para que esos dos lugares puedan coexistir en nosotros como uno solo y así pueda tenerlos siempre aquí mismo, en cada latido.


Pero ojalá siempre. Porque no hay otra que aprender a sentir que ese puente de verdad existe y construir nuestra realidad a través de pantallas y palabras que nos permitan vivir cada momento juntos, como siempre.
Hoy necesito volver a cruzar ese puente porque nunca es ni será suficiente.

Ojalá un puente para nosotros.

Te podría interesar

Deja un comentario