El olor difícil de definir pero tan sencillo de respirar.
El espejismo que invade la memoria tantas veces y que se muestra en una imagen tan conocida hoy.
Las playas de toda la vida.
La arena negra que quema hasta que te sientas en casa.
Los caminos escarpados en los que siempre subes y bajas, nada llano, nada fácil pero tan imprescindible.
El sonido del viento dibujando el cielo azul, mezclado con salitre y volcán.
Las madrugadas compartidas, las visitas inesperadas.
El olor a café recién hecho en cada casa.
El abrazo de las voces que tanto resuenan en tu cabeza cuando estás lejos.
La cercanía, los te quiero en susurros o gritando, pero sin problemas de conexión.
Y aunque estes lejos, sabes que aquí será siempre hogar.
Porque aquí es estar en casa.
Aquí, siempre nuestro latido.
