Hasta siempre

por Auro

Es muy diferente cuando el avión despega y sabes que es un hasta pronto, a cuando sabes que es un adiós para siempre.

Es muy diferente las despedidas que a pesar de ser amargas se endulzan con la esperanza de un reencuentro, el anhelo del abrazo cuando volvamos a vernos, los besos que nos daremos cuando nos podamos acariciar de nuevo. 

A una despedida en la que sabes que una parte de ti se queda allí para siempre, porque hay alguien a quien no vas a volver a ver.

Ni aquí, ni allí. Ni en un lado del océano ni en otro. 

Es muy diferente cuando sabes que aquel fue el último beso, el último abrazo, las últimas palabras, el último adiós. El último calor. 

Cuando sabes que esa despedida no se va a volver a repetir con esa persona y mucho menos un reencuentro. 

Cuando sabes que no va a estar esperándote en el otro lado del charco cuando vuelvas la próxima vez.

Con su sonrisa, con su alegría, con sus abrazos. En tu hogar. 

Es muy difícil cuando sabes que no vas a volver a escuchar su voz o ver su rostro en una videollamada. Pero es aún más difícil cuando sabes que la lejanía que has sentido hasta ahora por vivir fuera no será la misma que sentirás a partir de este momento. 

Porque ahora es una distancia para siempre, que ningún avión podrá salvar, que ninguna esperanza de un próximo reencuentro mitigará. Ahora sabes que lo vivido es lo que queda allí, lo que queda en ti. Y cuando el avión despega, te das realmente más cuenta aún de que esta, de verdad, será una despedida para siempre.

Porque mientras el avión se adentra en el cielo para volver a casa, sabes que aunque la raíz siempre se quedará allí en tu tierra y con las personas que quieres, el tallo de una de las flores más bonitas se ha desgarrado mientras te alejas. 

Y jamás volverás a poder contemplar ese jardín cuando aterrices de la misma manera.  Porque ella, esa flor tan bonita, ya no estará allí esperándote. 

Hoy que estoy cerca del cielo y veo nuestra isla a mis pies, mi corazón te envía el beso más sincero, realista y doloroso de un “hasta siempre, abuela”. 

Seguiremos abrazándonos en mi interior. 

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