No podía imaginar cuando te conocí que desde ese momento mi vida quedaría unida a ti para siempre.
Fuimos construyendo paso a paso la relación que buscábamos y necesitábamos. Siendo tú y yo, pero también nosotros.
Recorrimos un camino con bastante desnivel al principio, por la inexperiencia, la falta de conocimiento propia y la dificultad de entender que a partir de ese momento teníamos que aprender a ser también en el otro.
Superamos cambios, pérdidas y distancias. Aprendimos a vivir separados por un océano cuando nuestros sueños nos pedían más que nunca hacer aquello que tanto deseábamos pero que el destino había decidido retrasar aún un poco más.
Llegamos hasta aquí, juntos, creciendo más de lo que podíamos imaginar. Descubriendo juntos, ampliando horizontes, y alcanzando por fin los objetivos preestablecidos.
Y así, después de doce etapas que marcarían el final pero a la vez, el inicio de una etapa nueva, llegó aquel día.
El día en el que solo recuerdo felicidad en ti, en mi, en nosotros y en ellos. En el que el amor que fuimos cimentando durante todos esos años, alcanzaba el resultado final. El para siempre.
Y ese para siempre fue ayer, ese día, hoy y mañana. Porque después de tanto, se que no es que te quiera para mí, sino que en mi corazón quiero quererte siempre.
