Un día tiene 24 horas. 1440 minutos y 1440 oportunidades para decidir cómo quieres que empiece o que termine.
Hay días buenos y hay otros de mierda. Así, sin edulcorarlo.
Lo importante es darte cuenta del por qué.
Si tu día es malo porque has tenido un problema en el trabajo, recuerda que solo el trabajo son 8 horas de ese día, y aún te quedan otras 16 para vivir, para soñar, para dormir y para ser feliz. 16 horas para convertir tu día de mierda en un día no tan malo.
Aprovecha cada uno de los 1440 minutos que tiene tu día, e intenta que si no te has sentido bien en la mayoría, que por lo menos en alguno de ellos hayas sido feliz.
Y si no lo consigues, no te preocupes.
El día se acaba. Tiene un principio y un final.
Y cuando termina, te despertarás de nuevo con otras 24 horas para vivir y decidir cómo quieres sentirte cuando acabe.
Recuerda que la mayoría de veces, depende solo de ti.
