¿Y si existiera el “me gusta” en nuestro día a día?
¿Y si fuéramos capaces de reaccionar a cada cosa que vemos con estas expresiones?
Imagínate que vas a comer a un restaurante y no tienen que preguntarte qué tal estaba el plato sino que simplemente le dices al camarero “me gusta”
Imaginate que estás con tu familia compartiendo un buen momento y dices en voz alta “me encanta”.
Imagínate que estás con un buen amigo con el que lo estás pasando genial y dices “me diviertes”
Puedes decir muchas más cosas que esas, o simplemente hacer que la otra persona sepa si te gusta o no de alguna otra forma, pero qué diferente sería todo si lo acompañáramos de unas palabras tan simples como estas ¿no crees?
Muchas veces nos reímos cuando estamos contentos, lloramos al estar tristes o sonreímos a ese camarero o a nuestros padres cuando nos comemos ese plato que nos gusta tanto pero casi nunca lo acompañamos con palabras.
Y las palabras son necesarias, porque enfatizamos eso que estamos sintiendo, porque no dejan espacio a la interpretación.
Simplemente consiste en poner en palabras lo que estamos sintiendo. Y seguramente a todos nos encantaría saber cómo estamos haciendo sentir a los demás con nuestras acciones.
Pero sobre todo, seremos mucho más plenos si somos capaces de demostrarle a otros lo que nos hacen sentir en cada momento.
¿Qué me dices? ¿Empezamos?
A mi me encanta que me leas 😉
