En el término medio está la virtud, decía Aristóteles.
Y sin embargo, que difícil parece encontrarlo.
Que difícil es no ver que cualquier cosa adquiere un tinte innecesario cuando ya estaba compuesta de muchos colores.
Que difícil es encontrar la originalidad, la creatividad, las nuevas ideas que no se remonten si quiera a un pasado o a un futuro, sino que se queden aquí, en el presente.
Que difícil es detener la vista en aquello que pasa desapercibido y que quizá merezca mucha más atención de la que recibe frente a otras que están sobredimensionadas.
Que difícil es sentir intensamente, libre, sin atender a esa dirección que parece indicarte el mundo como la “adecuada”.
Que difícil. Pero no imposible.
Ser capaz de mirar sin perspectivas, sin filtros, con todos los caminos posibles.
Con todas las historias que se esconden en el fondo del mar, y a las que nadie suelta la cuerda para que suban a la superficie.
Una superficie llena de realidades que quizá no pienses, no compartas, pero que sí que son capaces de tapar la visión de aquello que realmente significa algo para ti.
En el término medio está la virtud.
No todo es blanco o negro.
Tampoco tiene por qué ser gris.
Pero ¿sabes qué? Por suerte, hay infinidad de colores.
