Una madre

por Auro

Siempre dicen que no sabes cuánto valorar a una madre hasta que te conviertes en una.

Creo que no es del todo cierto, pero una gran parte sí.

Tengo la gran suerte de haber tenido una madre con mayúsculas. Una madre que no dejó de estar a nuestro lado cuando ya no la necesitábamos para sobrevivir. Una madre que siempre escuchaba, sentía, hablaba, expresaba sus sentimientos y validaba los nuestros, jugaba, reía, lloraba con nosotras, nos hacía sentir libres y responsables, nos educaba para la vida y también en el arte, la cultura, la lectura, y un largo etcétera.

Tengo una madre que se dejó y se sigue dejando la piel literalmente por nosotras, que da todo y más por nuestra felicidad, que sigue cuidándonos como el primer día, aunque ya seamos independientes. 

Y siempre he sido capaz de verlo y lo he valorado. Tanto mi hermana como yo. Sabemos que tenemos unos padres maravillosos que no han descansado un solo día desde que nacimos para hacernos felices. Y por eso y tantas cosas, muchas gracias a los dos, para siempre ❤️

Pero ahora que soy madre, se lo que es querer sin límites. Sacar fuerzas de donde no las tienes, sobre ponerte al cansancio o a las horas sin dormir por arrancar el día con energía para jugar con tu bebé. Ahora que soy madre, se que no hay palabras suficientes para agradecer todo lo que mi madre hizo, hace y se que seguirá haciendo por mi. 

Porque ese amor es único, es especial. Y no funciona como el resto, porque jamás caduca, jamás se quebranta o se afloja. Por muchas cosas que pasen. 

Y por eso, lo siento mamá si alguna vez he hecho que las cosas sean más complicadas. Lo siento por no haber visto que primero pensabas en mí antes que en ti misma muchas veces. Y gracias. Por no haberlo tenido en cuenta. Por no haberlo esperado a cambio. 

Gracias. Por enseñarme. Porque me lo dices muchas veces, pero ¿sabes qué? De ti aprendí a ser, esa madre maravillosa. 

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