Que difícil es ser madre.
Porque ser madre es salir siempre la última de casa y la menos arreglada de todos la mayoría de las veces.
Ser madre es anteponer a tu hijo a todo, incluso a las ganas de hacer pis cuando es un bebé y lo tienes pegado a ti 24/7.
Ser madre es hacer el mayor esfuerzo de tu vida para lograr traer tu hijo al mundo. Y da igual como haya sido el parto. Hablo desde embarazo hasta el final del proceso, que no acaba en el parto.
Ser madre es sentir que nunca llegas pero que tienes que llegar a todo. Y hacer cábalas para dividirte y ser todo aquello que eras antes también, pero sumándole que ahora eres madre.
Ser madre es no tener nunca tiempo, el tiempo que necesitas para ti, para respirar, para lo que sea, y aunque te esfuerces y lo encuentres, seguirá faltándote tiempo siempre.
Ser madre es olvidarte un poco de ti aunque intentes reencontrarte siempre, y pensar y vivir únicamente por tu retoño.
Y es que ser madre es lo más sacrificado del mundo y si le volvieran a preguntar a una madre si volvería a serlo a pesar de todo, creo que el 95% responderían que si. Porque eso también es ser madre. Ser capaz de dar y entregar todo tu amor infinita e incondicionalmente, aunque estés cansada, aunque no puedas más.
Porque con una caricia a tu bebé, se te pasa un poco todo. Las noches sin dormir, las preocupaciones constantes, el cansancio, el dolor de cabeza, la ausencia de tiempo para ti. Pero está todo ahí, y es muy duro, muy difícil y no estamos preparadas para todo lo que es. Aunque nosotras, siempre intentamos poder antes incluso de querer. Las mujeres estamos hechas de otra pasta, sin duda.
Por eso este año he estado tan desaparecida por aquí. Porque fui madre por primera vez y aunque adoro escribir y es una de las cosas que más me llenan, ahora en los pocos minutos que tengo al día para pensar en mi, o me duermo, o como dice esa canción, me sale escribir todos los textos de amor a ti, mi bebé.