Últimamente me cuesta más escribir, y todo ha sido por culpa de lo que pasó en septiembre.
Septiembre siempre ha sido el mes de los comienzos. Comenzaban las clases cuando eras niña, vuelves al trabajo cuando eres adulta. Se abren nuevos objetivos, proyectos y aunque el año finalice en diciembre, es como si en esos últimos tres meses del año quedara la oportunidad suspendida de comenzar con nuevas ilusiones.
Este año, septiembre ha sido el peor mes del año. Ha sustituido el comienzo por el final y eso inevitablemente hace que estos últimos tres meses del año ya no tengan el mismo color que han tenido siempre.
Porque no está tu luz para iluminarnos, tu voz en cada llamada, tu sonrisa y tus palabras al compartir esas ilusiones o proyectos.
Porque septiembre se ha quedado un poco más vacío para siempre, sin ti.
Cuando todo empezaba, tú nos dijiste adiós. Cuando una vida crecía, la tuya se apagó para siempre.
Y cada día deseo que ojalá ese adiós no hubiera llegado nunca.
Últimamente me cuesta más escribir, solo me salen palabras para ti. Seguimos intentándolo, abuela. Gracias por darnos tanta fuerza, calma y paz, para seguir viviendo “felices” a pesar de tu sombra perenne en nuestro corazón.