Relato de una realidad

por Auro

Un día cualquiera en el metro.

Hay un hombre que camina con la mirada perdida hacia el final del vagón.

Decidiendo cuando reunirá el valor suficiente para usar el último recurso que ha encontrado.

Valorando si ha escogido un buen escenario en el que alzar su voz

Deseando que al menos, la vergüenza que lo carcome no sea en vano.

Y allí está, deambulando con las pocas energías que la vida le ha dejado, a través de aquel vagón de metro.

Dónde no hace tanto, él se encontraba entre aquella multitud que se dirigía a sus trabajos, a sus rutinas. 

Y se detiene sosteniéndose con su brazo a la última barra de esperanza que le queda para reconducir su vida. 

Y tras sentir la opresión en su garganta mientras pronuncia aquellas frases, por fin consigue pedir ayuda. 

-“Soy un padre de familia…”

Y es que, hay que tener valor para confesar esa realidad que cada uno lleva dentro. Esa realidad que probablemente ese hombre, se ha esforzado por negar día tras día para que, en vano, no le alcanzase. Esa realidad de la que creía que sería más fácil escapar.

Esa realidad que todos sabemos que existe pero donde lo más cómodo es mirar hacia otro lado. 

Esa realidad donde lo más sencillo para los oyentes es subir el volumen de la música para no escuchar sus palabras, mantener la vista en el libro para no chocar de bruces con la decrépita imagen, o cambiarse de sitio en el vagón por confundir la necesidad con la delincuencia. 

Y mientras ese hombre, tendrá que repetir cada mañana el mismo discurso como última esperanza para poder divisar un rayo de luz, su valentía, su esfuerzo y su plegaria, se desvanecerán con el silencio de las puertas al cerrarse en la siguiente estación. 

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