Pasado y presente

por Auro

Y contemplan esa vista casi nueva para ellos, más que conocida para mi.
Y los veo así, a la sombra de aquel que ha presidido la foto de mi vida desde que nací.
Y pienso en los años que hemos vivido juntos fuera. En la vida que hemos construido y en la familia que hemos formado. 
Todos estos años, lejos de aquí pero juntos. 

Volando, creciendo, aprendiendo, viviendo y siendo felices. 
Y me doy cuenta de nuevo que la felicidad no depende del lugar, que esa frase de que el hogar está donde estes tú, es cierta .

Porque no cambiaría nada de lo vivido, porque hemos conseguido llegar hasta aquí por ello, por el sacrificio y lo hemos logrado juntos, ganando mucho más de lo que hemos perdido. 
Pero cuando los contemplo de nuevo así, al atardecer, mirando de frente al volcán, oliendo el salitre en el aire y escuchando el alisio en sus oídos, me siento más feliz que nunca. 

Porque estamos de nuevo aquí. Cerca, a 2 kilómetros en vez de a más de 2000. A un trayecto en coche en lugar de un viaje en avión. A una llamada y un “nos vemos en 15 minutos” en vez de a un mes de planificar un viaje un fin de semana para volver a ver a los nuestros.
Y es que la vida está completa aquí, en nuestra tierra porque, además de todo, también están ellos. La familia.

Y por eso, hoy contemplo la vida, el reencuentro, con una sonrisa. 
Porque estamos aquí, juntos, nosotros, nuestro hogar, con todo pero con ellos, cerca. 

De nuevo. 
Y esta vez, quizá, para siempre. 

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