Siempre he confiado en el poder de una sonrisa. Ese que funciona como un motor que hace que algo dentro de ti se ilumine cuando otra persona, conocida o no, te sonríe haciendo que le devuelvas ese bonito gesto.
Pero no sabía cuán necesaria y sanadora iba a ser la tuya.
Tu sonrisa me cura. Me calma. Me llena. Me da vida. Y creo que es lo único capaz de hacerme sonreír al instante cuando la tristeza o las lágrimas invaden mi corazón y mi rostro.
Porque aunque sabía que el amor que sentiría por ti sería único jamás imaginé la magia que tendría tu sonrisa en mi, tu carcajada.
Porque cuando me miras y me sonríes, cuando pataleas y me miras riendo mientras me acerco, cuando te ríes cada vez que te beso o juego contigo o incluso cuando sonríes nada más despertarte, hace que todo sea más fácil de superar.
Hace que la luz siempre esté al principio y en cada rincón del túnel, sin tener que esperar hasta llegar al final.
Porque contigo he descubierto, aunque pensé que ya lo conocía, cuál es la verdadera magia y el auténtico poder de una sonrisa.
Gracias por enseñarme y regalarme tanto cada día. Gracias por iluminar aún más y multiplicar por mil el amor en mi vida, bebi.