El miedo es instinto.
Es lucha o huida.
Es incertidumbre.
Es la antesala a la oscuridad.
El miedo paraliza.
Es perder por un tiempo todos tus recursos para enfrentarte a algo, aunque los tengas.
Es el preguntar, la duda constante: y si?
Es el anticiparte a lo que pueda o no suceder.
El miedo es una condena.
Es intrusivo, continuo, es emponzoñamiento.
Es esperar, casi siempre, con esperanza.
Y aún así. Es necesario.
Sentir miedo a lo que pueda pasar, en cierto modo nos prepara instintivamente. Nos mantiene alerta, en tensión, para evitar que nos relajemos en vez de actuar.
Para evitar que nos quedemos esperando a que el peligro al que nos enfrentamos o incluso el propio miedo, nos devore.
Para tomar la decisión para la que estamos preparados biológica y psicológicamente: luchar o huir.
Que difícil es esperar con miedo.
Porque sí, es completamente normal sentirlo, pero cuánto daño hace convivir con él.