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Autor

Auro

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Momentos

El mar

por Auro agosto 12, 2013

¿Nunca se han planteado que las experiencias de la vida son como el mar? 

La clave está en ver la cantidad de modalidades diferentes que éste manifiesta o su imprevisibilidad, para poderla comparar con los diferentes momentos que nos regala la vida.

Se podría decir que el mar en calma representa a la tranquilidad, cuando nos sentimos bien, felices o por lo menos relajados, es decir, cuando estamos en un momento que nos proporciona bienestar. Pero hablo del mar en calma cuando nos encontramos en mar abierto, en el que de repente pueden cambiar las cosas, pueden venir corrientes u olas que desequilibren un poco nuestra estabilidad. 
El mar completamente tranquilo, con diques que han forzado que se encuentre en ese estado natural, sería comparable al aburrimiento y la vida monótona en el sentido de que nos encontraríamos atrapados en un círculo en el que no hay variación, no hay momentos impredecibles, y aunque nos sirva para “descansar” un rato, terminamos por quedarnos con el deseo de querer saltar al otro lado, a donde el mar sigue siendo el mar y en donde no nos encontramos limitados, sino libres a nuevas experiencias.

Las olas del mar representarían aquellos momentos más difíciles que nos hemos encontrado en nuestro camino, y con a los que podemos dejar que nos “pasen por encima”, sin que nos lleguen a afectar significativamente, haciéndonos perder nuestra estabilidad, sino sabiendo cómo afrontarlos, buscando recursos para enfrentarse a ellos e incluso, sacando una sonrisa de satisfacción cuando los hemos superado y vemos que a lo lejos se van desvaneciendo en la orilla, gracias a nuestro esfuerzo o gracias al curso natural del tiempo. También, podemos llevarnos un “revolcón” en el que perdamos la estabilidad y salgamos a la superficie confusos, sin saber que hacer, ni dónde estamos ni qué hemos hecho mal. Estos serían los momentos que más nos han costado superar y que nos han dejado huella, aunque luego, tras seguirnos enfrentando a ellos, hayamos sabido cómo superarlos.

Lo que hay debajo del mar aludiría a todos aquellos recursos, capacidades, habilidades y características que poseemos y que podemos bajar a buscar siempre que queramos cuando seamos capaces de ver que las tenemos y que las podemos utilizar.

Los barcos, serían aquellas personas que han pasado por nosotros y que han seguido su camino, o han decidido quedarse con nosotros, enfrentándose con nosotros dentro del mar o esperándonos en la arena.
El pasar de la arena al agua, sería el momento en que decidimos arriesgarnos y empezar un proyecto nuevo, en el que no sabemos cómo irá, si habrá olas que nos dificulten mucho nuestra meta o si llegaremos sin mucha dificultad disfrutando de las sensaciones refrescantes. Y a su vez, el salir del agua a la arena, representaría el final en el que ya hemos conseguido lo que queríamos o en el que necesitemos descansar tras una dura batalla. 
Quedarnos ahí, admirando la inmensidad del mar, de nuestra vida, recordando con tranquilidad los momentos que se nos pegan al cuerpo en forma de granos de arena y que pueden ser difíciles de quitar, a no ser que se mezclen con el agua del mar, que entonces vuelven a su recinto, a la memoria en la que siempre se quedarán almacenados…o no. 
Así, la arena sería el lugar desde donde podemos analizar todo con claridad, sin que nos interfieran momentos duros o alegres, en el que podamos ver las emociones y los recuerdos desde lejos….y a la vez, desde muy cerca.

Y así estamos siempre, solos ante la inmensidad de momentos y de recuerdos, de capítulos que nos ha dejado nuestra vida y que nos regala cada vez que decidimos volver a refrescarnos con agua nueva, con experiencias que aún quedan por llegar, pero sobre todo, que nunca se acabarán (a no ser que nos limitemos con un dique).
Son los momentos de nuestra vida en gotas, que reunidos, forman transformados en recuerdos o experiencias la inmensidad del mar, la grandeza de nuestro camino.

agosto 12, 2013 0 comentarios
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Experiencias

Dependencia

por Auro agosto 5, 2013

Hoy en día, hay una gran cantidad de connotaciones negativas sobre la palabra “dependencia“. La dependencia se entiende como una característica de aquellas personas “débiles” que necesitan de otras personas, objetos o medicamentos para poder desarrollar su actividad con normalidad. 

Efectivamente, esto es así, aquellas personas que padecen alguna enfermedad incapacitante “dependen” de la ayuda de otros para poder realizar actividades de la vida cotidiana, al igual que otras personas que padecen algún tipo de drogodependencia o adicción, necesitan de esa sustancia o de ese objeto para conseguir sentirse realmente como quieren sentirse.

Mi pregunta es…¿acaso no somos todos dependientes? ¿por qué es necesario verlo como un concepto negativo o de debilidad? Está claro que la autonomía es una de las cosas más valoradas por las personas hoy en día y que las ayudan a que desarrollen sentimientos de autoeficacia consigo mismos, pero no debemos olvidar que como mismo reporta beneficios al bienestar personal la autonomía, también lo hace la necesidad de vinculación. ¿Y acaso no es dependencia a la hora de relacionarse con otros, la vinculación?

Es obvio que la dependencia que provoca una gran interferencia en la vida de las personas no es algo bueno para su salud, tanto física como mental, pero a lo que quiero llegar es a que no veamos ese concepto como algo reservado para aquellas personas ancianas o que necesitan de una sustancia para poder “ser felices”.

Admitámoslo, todos somos dependientes de algo. Desde un principio, dependemos los unos de los otros, para las cosas más básicas y que más nos aportan esparcimiento y sentimientos positivos como es el comunicarnos, el hablar con los demás, con un amigo. Dependemos de hablar con él, de contarle cosas, de sentir el afecto por su parte y de saber si siente el nuestro. En suma, dependemos de él, de que esté disponible, de que quiera hablar con nosotros, de que quiera quedar, etc. Con esto no quiero decir que no podamos ser felices por nosotros mismos, porque de las primeras personas que dependemos para poder serlo es de nosotros mismos, pero aún así, ya necesitamos tenernos a nosotros, concocernos.

Cuando queremos hacer algo que nos gusta, dependemos de las ganas que tengamos para hacerlo, o más fácil aún, necesitamos los medios para poder hacerlo (centro deportivo, ordenador, música, Internet, etc.)
Lo que quiero decir, es que nadie se escapa de necesitar a otr@s u otras cosas, ninguno dejamos de ser dependientes de algo, porque esa es la base de nuestra condición. Necesitamos vivir en armonía con otros, disponer de los recursos necesarios que nos ayuden a sentirnos satisfechos, además de aprender a vivir con nosotros mismos. 

Creo que no es cuestión de que la dependencia sea algo bueno o malo, sino simplemente, que está a la orden del día, y que por ello no es sinónimo de debilidad ni de necesidad de ayuda (si no interfiere negativamente en nuestra vida). 

Deberíamos empezar a pensar que dependemos de nuestras cualidades, nuestros conocimientos, nuestros pensamientos para poder hacer algo o conseguir algo, y que este concepto no es incompatible con la autonomía o el crecimiento personal, porque gracias a que tenemos algún sustento, podemos progresar y analizar los pasos en falso y los buenos que hemos dado en nuestro camino, o si no

¿no crees que tropezaríamos más de una vez con nuestro propio ego independiente que no necesita de sus propias cualidades personales o de las relaciones con otros, para poder avanzar o simplemente alcanzar el nivel deseado de bienestar, en un momento dado?

agosto 5, 2013 0 comentarios
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Experiencias

El libro de la vida

por Auro agosto 5, 2013

Cada momento de nuestra vida puede materializarse en palabras y construir un capítulo de un libro, que aunque no busque entretener al lector, sirve como soporte en el que revivamos nuestras experiencias y nuestras emociones y nos demos cuenta de que no todo lo que vivimos es tan insignificante como pensamos.

Pensemos, una foto. ¿Por qué sacar una foto de cada uno de los momentos importantes que vivimos? Normalmente lo que decimos es “para el recuerdo”, para poder reflejar aquel momento especial que vivimos de cara a dejar una huella que permanezca ahí para siempre, porque como buenos humanos que somos, sabemos que la memoria no es capaz de quedarse con todo aquello que vivimos, con detalles “insignificantes” en un determinado momento (aunque también es verdad que muchas veces subestimamos el poder que puede llegar a tener a la hora de almacenar algo que realmente nos ha resultado especial o importante).

Y mi pregunta es, ¿y por qué no un libro? No hablo de un diario, en el que pongamos todos y cada una de las cosas que nos pueden pasar en el día, digo de recoger en un papel, capítulos de vida. Aquellos momentos que más nos han afectado, que más nos han hecho felices, lo que nos han hecho sentir, porque así podríamos recordar las cosas tal y como las hemos sentido, sin distorsiones ni detalles añadidos.
Y eso no es lo más importante que creo que conseguiríamos. Lo más importante que lograríamos escribiendo capítulos de vida es darnos cuenta de que tenemos material suficiente vivido, que la vida no se ha pasado en un segundo, que no todo han sido momentos malos, y sobre todo, que todo lo vivido lleva un aprendizaje y que siempre somos capaces de pasar a otro capítulo (nos cueste más o menos).Sería una oportunidad para darnos cuenta de que nuestra vida la hemos construido nosotros, con nuestros pasos en el camino, con nuestros éxitos, con nuestro esfuerzo y nuestras dificultades. Veríamos que los malos momentos o los “dramas” no quedan solo en las películas que vemos en la televisión y que nos hacen llorar, sino que nosotros también hemos sentido o vivido situaciones que nos han hecho sentir así (aunque comparándola con otr@s pensemos que es menos “impactante”).

Lo importante está en saber que a lo largo de nuestra vida hemos sido capaces de experimentar muchas cosas en momentos diferentes, y más importante aún, hemos desarrollado nuestras propias estrategias para afrontar los momentos más difíciles y aprovechar la felicidad que nos otorgaban los mejores momentos. Y también, cuando no hemos sabido afrontarlos, cuando nos ha costado mil esfuerzos, pero al final, hemos conseguido algo…si no era lo que queríamos, la mitad de lo que esperábamos  o lo que nos hacía falta realmente para sentirnos bien con nosotros mismos, porque como digo, cada capítulo tiene siempre su final cerrado, bueno o malo, pero significativo de cara a aprender de él.


Está claro que la forma de expresar las cosas a través de un libro nos llega más o menos, pero ¿y qué? En este caso, son recuerdos materializados en palabras que sólo nos van a producir una sensación única y conocida por nosotros mismos, no están hechos de cara a buscar la “aprobación” de alguien o el entretenimiento de otros.
No quiero decir con esto que todo el mundo debería ponerse a escribir, porque hay personas a las que les gustara más o menos, lo que quiero decir es que todos deberíamos pararnos a pensar en los capítulos que hemos ido cerrando en nuestra vida, por los que ya hemos ido pasando, para así, de esta forma, darnos cuenta un poco más de que todos tenemos un libro que escribir y que ninguna vida es monótona e insignificante como para que nadie quiera pararse un momento a “leer” o a escuchar la historia que entrañan los años vividos.

agosto 5, 2013 0 comentarios
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Sobre mí

Sobre mí

Vivo en todas y en ninguna parte, conozco más mundo del que mis ojos me han permitido ver, viajo más allá de los límites que el mundo me impone, siento emociones desconocidas en mi propia piel, descubro fantasías como si de la realidad se tratasen.

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